09/02/11 0:00
La revolución no la hacen las ideas sino el hambre. Así lo entendió y lo explicó magistralmente Hannah Arendt, una pensadora alemana de origen judío que salvó sus huesos de la quema nazi en el exilio estadounidense y, para provecho de la humanidad, salvó también su cabeza. Viene la cosa a cuento del sentimiento romántico y solidario que inspira estos días la revuelta ciudadana que se ha producido en Túnez y Egipto entre expectativas de que genere un movimiento general de revolución. No es la demanda de cambio político lo que ha echado a la calle a las masas de ciudadanos, sino la miseria que sufre la mayoría mientras una minoría se enriquece sin reparos.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Menorca - Es diari
De momento no hay comentarios.