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El Valeriano Allés Menorca se quedó a un suspiro de la gloria que da un título deportivo, mera circunstancia que en absoluto desmerece el papel del equipo menorquín en esta competición. Un gran rival, con más experiencia y mejor balance en estos enfrentamientos, se interpuso otra vez en el camino. El Valeriano ha sido un dignísimo subcampeón, que apuró sus opciones hasta el extremo, perdió por la mínima y aceptó con elegancia un resultado que, lejos del fracaso, proyecta fundamentos del éxito.

La felicitación ha de ser, por tanto, la primera y unánime respuesta de la afición menorquina hacia el club de Ciutadella por el resultado alcanzado y por haber puesto en la élite un equipo y una disciplina deportiva en apenas cinco años. Justo es también extender el reconocimiento público hacia los responsables de la entidad, directiva, cuadro técnico y cuantos asumen alguna función en la gestión de la misma, capítulo que incluye al patrocinador e instituciones que han sido sensibles a la colaboración. De Albacete queda hoy el recuerdo de una extraordinaria experiencia, que es también causa de unas perspectivas optimistas en la lucha por el título de liga.