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Es fácil, y de justicia, halagar la tradición musical que tiene Menorca. El Conservatorio y las escuelas municipales están repletas de alumnos; cantantes, instrumentistas, compositores... triunfan fuera de la Isla; y se organizan eventos de una reconocida calidad a nivel estatal. Esta trayectoria no se ha forjado de un día para otro. Es el resultado de una histórica línea de trabajo y dedicación en la que se han implicado muchas personas y entidades, aunque en demasiadas ocasiones la ilusión ha tenido que suplir las ayudas públicas. La última decepción viene de la mano de la Conselleria de Educación, que ha reducido en un 30 por ciento el presupuesto asignado al Conservatorio, según ha denunciado el Consejo Escolar. Esta medida ha puesto en jaque la propia marcha de un centro, que además lleva años esperando que se haga realidad la nueva sede en Maó para acabar con la acuciante falta de espacio. No vale la excusa de la crisis cuando se cae en agravios, si nos comparamos con las otras Islas, o en la contradicción de prometer un apoyo a la formación reglada y después olvidarse de ello en los presupuestos. El Govern debe dejar de hacer oídos sordos a las necesidades que tiene la educación musical en Menorca.