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Hay situaciones de las sentencias judiciales que uno no entiende, ni de las de aquí ni las de ninguna otra parte.

La portada del El País del sábado 8 de enero de 2011, lleva una fotografía donde se puede ver a dos mujeres negras. Hasta aquí, eso de que una imagen vale más que un quintal de palabras no sirve, porque para asombrarse hay que leer el pie de texto de la fotografía: "Las hermanas Gladys, de 36 años, y Jamie Scott, de 38, quedaron ayer libres tras 16 años en la cárcel por robar 11 dólares". Pero no vayan ustedes ahora a creer que recuperaron la libertad porque en Misisipi, EEUU, las leyes consideren que 16 años de cárcel por un robo de 11 dólares deja a la sociedad satisfecha y reconfortada, qué va…qué va…qué va. La ansiada libertad les vino concedida a modo de indulto o como dice el texto de El País: "el gobernador de Misisipi las perdonó porque la primera se comprometió a donar un riñón a la segunda" Parece que el "comprensivo y humanitario" gobernador, tomó tan "caritativa" decisión por el alto coste de la diálisis de una de las hermanas.

No crean que lo que les cuento es todo lo inaudito de este caso, por decirlo de una manera suave. Resulta además que las hermanas fueron condenadas a cadena perpetua por tomar parte en un robo donde se embolsaron, según estimó el juez que las juzgó, la cantidad de entre once dólares a un máximo de 200. Poniéndonos en lo peor, 154 euros. No quiero ni pensar que el hecho de que sean negras haya tenido algo que ver en semejante sentencia.
Después de leer lo que os acabo de contar, tengo prisa en decirles que aunque por aquí no aten los perros con longanizas, quiero decir que nuestras leyes no son perfectas, o dicho de otra manera, nuestro ordenamiento jurídico no es para tirar cohetes. Con todo y con eso le doy gracias a dios por haber nacido donde nací, que también podía en mala hora haber nacido en Misisipi.

Y digo yo, si por aquellas tierras de EEUU por once dólares te cae una perpetua (las perpetuas americanas son como su nombre indica, perpetuas), si aquellos jueces con aquellas leyes le echan el guante a una colección de mangantes de nuestra política, de los que se han metido en la buchaca millones y más millones, ¿qué cosa harían con ellos? ¡No…no…no fotis! Tampoco es eso, tampoco hay que ponerse así. Digo yo que con un par de centenares de cadenas perpetuas por chorizo o choriza ya estaría bien. Bueno, hemos dicho lo de los políticos y políticas corruptos, pero no podemos olvidarnos de algunos multimillonarios a los que se les ha imputado, juzgado y encontrado culpables en asuntos de centenares de millones y ya ven ustedes lo que son las cosas, por ahí se andan como si tal cosa, cazando jabalíes, amparados no sé por qué clase de bienaventuranzas judiciales.
Claro que…vayamos a que yo me confunda y les confunda a ustedes. Ahora que parece que me socorre la memoria, les diré que en todas partes cuecen habas, y en algunos sitios a calderadas. Fíjense, aquí en España, sí, sí, aquí, en España, a uno que trincó cuatro pájaros perdices (léase perdigots) le cayeron encima cuatro años de cárcel. Un vecino de Elda (Alicante) fue condenado a dos años de cárcel por robar una jaula con un jilguero, todo ello valorado en 49 euros, sentencia del año 2010. Por otro lado, el pleno de la Sala Penal del Tribunal Supremo acordaba el día 10 de junio de 2008, por 11 votos, 7, dictar sentencia absolviendo a Alberto Cortina y Alberto Alcocer, al interpretar que la prescripción extingue la responsabilidad, aunque no la responsabilidad civil. Ya se habrán dado cuenta que me estoy refiriendo al caso Urbanor. Nada… "una miseria de 25 millones de euros". Pero esperen que ahora les acabo de contar: los Albertos fueron condenados por el Supremo en 2003 a tres años y medio de cárcel, pero…el Constitucional anuló esa sentencia. Y aquí no acaba la cosa, la Sala Penal del Tribunal Supremo (TS), resolvió que los dos Albertos no sólo debían quedar absueltos de la estafa que cometieron sino que tampoco debían hacer frente a la responsabilidad civil derivada del delito.

A un niño de 15 años, llamado Issa Kamana, de Sierra Leona, el día 5 de febrero de 2010, le cayó encima una condena de tres años de cárcel. ¿Saben ustedes qué delito cometió el niño? Su delito fue romper el cristal de un coche.

Yo es que lo siento, pero soy completamente incapaz de ponerme de acuerdo con la señora esa que, con los ojos vendados, sujeta en una mano las balanzas de la ley, y me esfuerzo, claro que me esfuerzo, me recargo las pilas de comprensión, indulgencia, entendimiento, razonamiento a espuertas, pero… que si quieres arroz catalina. Todo será que tenga yo la cabeza gorda pero vacía. En cualquier caso, más dura que las piedras de un talayot. El caso es que soy cada día más incapaz de entender algunas cosas, qué le vamos a hacer.