"¿Te gustaría saber lo que es? Matrix nos rodea. Está por todas partes, incluso ahora, en esta misma habitación. Puedes verla si miras por la ventana o al encender la televisión. Puedes sentirla, cuando vas a trabajar, cuando vas a la iglesia, cuando pagas tus impuestos. Es el mundo que ha sido puesto ante tus ojos para ocultarte la verdad". Este texto pertenece al guión de una película de culto, "The Matrix" (1999), y es parte de un diálogo entre los dos protagonistas, Morfeo y Neo. El argumento sobre el que gira la historia nos habla de un mundo que en realidad es una simulación virtual a la que los humanos se encuentran conectados mediante un cable enchufado en su cerebro.
Todo esto viene a cuento porque no hace mucho un amigo se jactaba de que vivía feliz alejado de la tecnología. Es decir, no tiene móvil, ni correo electrónico, ni por supuesto perfil en Facebook. Escribe a máquina, sólo lee prensa escrita, reniega de los libros electrónicos y en su casa no entran "esos rollos" tipo videoconsolas. "Vale no pasa nada. También los amish viven a su bola y ahí están en pleno siglo XXI", dije bromeando. Sin embargo, sí que le hice notar que aunque a él no le guste "Matrix nos rodea" y, para bien o para mal forma parte de nuestra sociedad.
Afortunadamente no vamos por la vida con un cable enchufado en el cerebro, pero sí que es innegable que a nuestro trabajo y horas de ocio se han incorporado una serie de herramientas que no podemos obviar ni tenemos por qué rechazar a priori. Seis décadas antes de las aventuras de Morfeo y Neo, Charles Chaplin interpretó "Tiempos modernos", una crítica social en clave de humor sobre los cambios que supuso para la clase obrera la mecanización y la producción en cadena. Cada época tiene que enfrentarse a un presente que evoluciona a un futuro incierto.
Volviendo al mundo virtual que hoy representa la red, mucha gente se pregunta sobre los peligros que entraña estar demasiado tiempo conectado a internet, principalmente por lo que se refiere a sus hijos. La preocupación es lógica, porque nos movemos en una frontera nueva. Pero los riesgos, abusos y adicciones –que también se dan en la calle– tienen un antídoto: educación y formación. Disfrutemos de las ventajas cibernéticas y aprendamos a utilizar la opción "apagar equipo". Lo bueno y lo malo depende del uso que hagamos de nuestra adsl, no del cable mágico.
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