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El ministro de Industria, Miguel Sebastián, ha querido relativizar el impacto de la subida de la luz al compararla con el coste de un café al mes. El dato está manipulado, puesto que en el cálculo incluye las viviendas abandonadas, que no tienen consumo, y las segundas residencias. De todas formas, el panorama de la producción y el consumo de energía eléctrica preocupa, y permite afirmar que la actual subida de precios, más que un café, representa un vermut. El incremento del 9,8 por ciento se queda corto y se aplica a costa de ampliar el déficit, ya que la subida real debería haber sido del 25 por ciento. El Ministerio ha ampliado los límites del déficit tarifario, que estaba en 3.000 millones de euros, a 5.500 millones. La principal causa de la factura eléctrica se debe a las subvenciones, las primas, a las energías renovables. Este año supondrán del orden de 6.000 millones. La política de Sebastián de pagar hasta 450 euros por megavatio a los productores de energía fotovoltaica desencadenó una burbuja especulativa de la que ahora se empieza a pagar la factura. Por otra parte, el Plan de Acción Industrial del Gobierno, que alcanza hasta 2015, prevé reducir hasta los 3 kilovatios la potencia máxima contratada. Todas las familias que tengan horno y vitrocerámica verán crecer su recibo de la luz.