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Ha sido con toda seguridad, en las últimas décadas y en sentido literal, uno de los periodistas que más se pateó las calles de Palma en el ejercicio de su profesión. Sebastià Verd Crespí recorrió a pie o en coche muchos miles de kilómetros a lo largo y ancho de la capital balear y de numerosas poblaciones y otros enclaves de Mallorca. El teléfono móvil e internet evitan hoy día gran cantidad de desplazamientos y permiten resolver con mayor rapidez muchos contactos y gestiones, recabar datos y testimonios para elaborar una información, una crónica o un reportaje. En los años 70, sin embargo, sin móvil y sin internet, se pisaba con mayor frecuencia la calle; el teléfono fijo resultaba a todas luces insuficiente. De ahí los miles de kilómetros que tuvo que cubrir Sebastià Verd para realizar su trabajo, siempre con total dedicación, honestidad, compromiso -sobre todo compromiso social- y pulcritud.La noticia del fallecimiento de Sebastià Verd me provocó el pasado sábado una súbita descarga emocional que me hizo recordar los fructíferos tiempos de convivencia profesional en el "Diario de Mallorca", los meses en que ambos compartimos la corresponsalía del diario "Avui" en Palma y la sincera amistad que mantuve con él hasta que el destino la diluyó a raíz de mi regreso a Menorca tras permanecer casi diez años en el rotativo mallorquín. A partir de los años 80 apenas mantuve unos pocos contactos esporádicos, más telefónicos que personales. Sin embargo, siempre he apreciado la magnífica labor periodística del amigo y compañero ahora desaparecido.

Aún hoy recuerdo con cariño al numeroso grupo de periodistas del DM que dirigieron Antonio Alemany Dezcallar y Joaquín Morales de Rada, quienes contaron con un editorialista de lujo (Andrés Ferret Sobral) y con quienes pude participar en la elaboración de varios miles de diarios. En la década de los 70, cuando la redacción del periódico se hallaba situada en la Rambla -la antigua Vía Roma-, Sebastià Verd y los redactores más jóvenes coincidimos con los veteranos para formar un equipo muy compenetrado y entusiasta. Así, a los nombres de Rafael Caldentey, Lamberto Cortés, Bartomeu Suau, José Antonio Rodríguez Hidalgo, Marcos Verger, José María Barceló, Joan Llompart 'Torrelló' y Jacinto Planas Sanmartí se unieron los de Verd, Román Orozco, Guillermo Soler Summers y el firmante de este artículo. (De esa época me vienen a la memoria también las colaboraciones que aportaban los jubilados Gaspar Reynés Quintana, Antonio Colom y Joaquín Caldentey). Posteriormente, en la redacción de la calle Conflent, la plantilla se incrementó con la incorporación de María Victoria Gayá, Biel Vilanova, Gaspar Sabater Vives, Francisco Riutord, Damià Caubet, José Jaume, Joana Maria Roque, Andreu Manresa, Xavier Vidal Folch, Enrique Merino, Joan Manuel López Nadal, Tomeu Navarro, Jaume Pomar, Tomeu Garcías, Humberto Colom, Carlos Garrido, Jordi Bayona y Javier Mato. (Pido disculpas si algún nombre se queda en el tintero)

Sebastià Verd llevaba el peso de la actualidad municipal y asumió el cargo de redactor jefe de información local. Pero Verd, cuando menos hasta la aparición del móvil e internet, no era periodista de mesa ni se conformaba con efectuar unas llamadas telefónicas. Prefería acudir directamente a las fuentes informantes, patearse, como ya he apuntado, Palma (con continuas visitas a Cort) y Mallorca para recabar y contrastar datos y versiones. Mediante un riguroso ejercicio del periodismo sobre el terreno mismo de la noticia, Verd se comprometió sin desmayo con la causa de la protección ambiental de Mallorca; denunció numerosos desmanes urbanísticos; alertó sobre cuantos proyectos surgían caracterizados por la desmesura y el afán especulativo; predicó sin cansancio acerca del fenómeno de la balearización en pleno desarrollo de la industria turística.

El de Verd fue un periodismo decididamente militante, comprometido no sólo con el ideario del GOB sino con la sociedad mallorquina partidaria del sentido común; sumamente crítico con planes de ordenación que atentaran contra el respeto y asunción de los valores medioambientales; el suyo fue un periodismo que amplificó la voz de los agricultores y ganaderos a través de las páginas de "Fora Vila" del diario que con tanto acierto impulsó y cuidó; y un periodismo defensor de la cultura, la lengua y las tradiciones populares de su querida Mallorca.

Quisiera añadir por último que gracias a la amistad que Sebastià Verd y su esposa Maria Antònia Manresa me regalaron en aquellos años, pude recorrer con interés y curiosidad una parte importante de la Mallorca interior, aprender a valorarla y estimarla. A lo largo de su vida Sebastià Verd quizá quiso mantener oculta, por discreción, su inclinación por la pedagogía, pero ésta se manifestó bien visible en toda su producción periodística. Personalmente, siempre pensé que el periodismo le sirvió para alimentar -y frustrar al mismo tiempo- su verdadera vocación: la de arquitecto urbanista.