Las elecciones en Catalunya han dejado algo muy claro y es que los catalanes estaban hasta la barretina del tripartito y sus excesos.
Es una equivocación común por otra parte en los políticos, lo de buscar la culpa, en este caso, del batacazo socialista en efectos colaterales. Cuándo aprenderá esta gente que los votantes son mucho más inteligentes de lo que quisieran los políticos y no se les puede estar continuamente dando gato con liebre. A veces, parándose en nimiedades, como esa ocurrencia de poco menos que obligar que en determinados establecimientos de hostelería tengan que tener, porque lo dicen ellos, "pa amb tomàquet". El ciudadano tiene otras necesidades, otras premuras. Otras veces ha sido esa forma absurda de atropellar la razón con los dichosos intereses partidistas de una política minoritaria como la del señor Puigcercós, invadiendo el mundo de pseudo embajadas y en campaña electoral sin pararse en barras a la hora osada de la descalificación gratuita. Que sí, que para cuatro de los suyos pueden ser ocurrencias muy aplaudidas pero para la masa del votante son como la acidez sin bicarbonato cuando el cuerpo nos avisa que de aquello que nos perturba la digestión lo mejor es no comerlo.
A estas alturas de la democracia es increíble que aún haya algunos que trabajando de políticos, y algunos llevan la tira, no acaban nunca de caer en la cuenta que al pueblo no se le puede domesticar a voluntad, ni obligarle a pasar por donde no quiere, por más que lo hayan urdido "cuatro lumbreras" en un despacho y menos aún andarse haciendo malabares con un estatuto que al final, además de llegar tarde, llegará sin contentar a casi nadie.
Ahora, sólo quizá ahora, el presidente Zapatero caerá en la cuenta que aquella ocurrencia suya de mojarse hasta quedar hecho una sopa con el Estatut, no era tan buena idea.
De primeras consecuencias acaba de perder, y de qué manera, las elecciones en Catalunya y barrunto que esa no ha sido más que la primera de las siguientes elecciones que va a perder. Dentro de seis meses están las municipales, donde nada parece hoy por hoy indicar que le vaya por eso a ir mejor.
Al señor Mas, don Artur, y a su partido CiU se le ha hecho justicia porque debió de haber presidido ya antes la Generalitat y lo habría hecho si las presidencias de las elecciones las ocuparan, como así debería ser, los partidos más votados. Pero ahí están, y además legales, los pactos, para retorcer la voluntad mayoritaria de los votantes. Ahora, por fin, por hacer bueno que a la tercera va la vencida, será nombrado Molt Honorable President de la Generalitat catalana. Le faltarán seis votos que podrá conseguir con un pacto para toda la legislatura o de forma puntual, según convenga la votación. En cualquier caso su mandato no parece que en este punto pueda ponérsele complicado. Quienes sí tiene un panorama desalentador son los de ERC, cuyos postulados políticos se han quedado en el barbecho en espera de la próxima cosecha, o lo que aún podría ser peor si han quedado en terreno infértil en un arial improductivo.
Los del PP han logrado un envidiable tercer puesto en unas elecciones celebradas en una autonomía, para ellos, hostil en las urnas. Un tercer puesto no está pero que para nada mal porque además reafirma de paso la más que probable victoria en las elecciones generales. Lo del PSC depende de cómo queramos verlo. Si lo hacemos en clave catalanista, diremos que una derrota en toda regla, sin paliativos ni excusas, ni paños calientes. Pero si además extrapolamos el comentario, diremos aquello de "las barbas pelar" que ya puede ir Zapatero poniendo las suyas a remojar. Otro partido al que le han mandado los votantes un aviso demoledor es a UPyD de Rosa Díez, que con tan sólo 5276 votos, no ha conseguido ninguna representación en Catalunya. Algunos de los que van por columnas de periódicos y tertulias del todo a cien, "sabiéndolo todo de todos" afirmaban que le iba a quitar algunos escaños al PP. Pues mire usted, no, en absoluto, y eso que el PP sobre el papel previo a las elecciones no lo tenía nada fácil por su empecinamiento de oposición al Estatut. Curiosamente no ha recibido ninguna reprimenda en las urnas por ese motivo. Probablemente porque ha conseguido muchos votos que antes fueron del PSC, al que le costará seguramente años volver a presidir la Generalitat. Los de ICV- EUiA prácticamente se han mantenido y si han perdido dos diputados ha sido por el desgaste del dichoso tripartito. De haber estado solos, probablemente habrían subido.
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