Los voceros del PP, comandados por la Cospedal, y los nacionalistas vascos, que siempre están de mal humor, han arremetido estos días contra la selección de evocaciones de Felipe González presentadas en la entrevista publicada el domingo en "El País", un excelente trabajo literario de exquisito contenido periodístico.
Desde el respeto que por su pasado merece, la experiencia y la autoridad moral que le corresponde por su conocimiento y labor, las reflexiones del ex presidente del Gobierno han de ser valoradas en toda su dimensión de interés. Son, por encima de todo, un nuevo servicio a la información y a los ciudadanos realizado desde la libertad que proporcionan la inteligencia y la independencia de no deber ya nada a nadie.
Felipe González se presenta terriblemente humano, reconoce el sacrificio familiar que implica una responsabilidad como la que él ejerció durante catorce años, y analiza los acontecimientos desde una perspectiva global porque todo, desde la política a las finanzas, está interconectado mundialmente. Pero por lo visto, la lectura de la entrevista sólo es recomendable para quienes están libres de las guerras partidistas y han superado la historia de los GAL y aquellos episodios de corrupción por las que algunos pagaron mientras otros, ciertamente, echan raíces en el Congreso y siguen alentando la jauría.
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