Si no hay adelanto de elecciones generales, las próximas pueden ser en el 2012, probablemente en marzo. Lo digo por cumplir con los cuatro años de la actual legislatura. Ese sería un tiempo muy largo o muy corto. En política depende de aquello que se pretende, al igual que en otras cosas.
Tal cual está el problema del paro, acogerse a la esperanza de que en ese tiempo que queda hasta las elecciones, se corrija lo suficiente para que en las urnas no sea la causa principal del anunciado batacazo socialista, pues qué quieren que les diga, en mi opinión ése es muy poco tiempo por cuanto presumiblemente no será antes del 2014/2015 que se vea una recuperación real y tangible. Por de pronto, y diga lo que diga el gobierno en sus eufemismos, aún no hemos tocado fondo en el negro pozo del número de parados. Mes tras mes nos anuncian más trabajadores que pasan a engrosar las listas, ya tan abultadas, del INEM.
El señor Zapatero y sus asesores deberían analizar si desde una cifra en torno a los 5 millones de parados y todas las medidas que se han tomado sobre salarios, pensiones y jubilaciones, es conveniente que él concurra como aspirante a revalidar su cargo de presidente del gobierno para una tercera legislatura o es más oportuno proponer otro nombre para ese empeño, al que directamente no se le pueda culpar de todos esos males.
La dualidad entre presentarse por no quedar como un presidente durante cuyo mandato el número de parados es el mayor de Europa y no presentarse precisamente por esa hecatombe laboral, tiene que ser en el señor Zapatero un verdadero calvario. Pero aquí, como en aquella fábula entre conejos, por dilucidar si eran galgos o podencos que les perdió, no se puede estar a que lleguen las elecciones a la vuelta de la esquina para tomar una decisión. Debe el presidente y su partido, cuando antes, tomar criterio. El tiempo es el más eficaz remedio para cauterizar heridas, para difuminar rencores o recuerdos. Pero también es increíblemente exigente. Un año y medio antes de las próximas legislativas, puede ser un tiempo importantísimo para que el votante asuma la figura de un nuevo nombre como candidato a presidente del gobierno. Si durante ese tiempo el panorama mejorase, mejor que mejor. Pero si no fuera así, la figura de Zapatero puede lastrar aún más la situación en las urnas.
Puede que al votante no le guste un más que seguro futuro gobierno del PP, pero es que le gusta aún menos la continuidad de un gobierno socialista, si tiene connotaciones claras con el que ha llevado la cifra de parados a encabezar el paro europeo. Por si eso fuera poco, es el gobierno que ha trastocado pensiones y jubilaciones, es el gobierno que no se enteró de la crisis cuando ya se había enterado en España hasta aquel que menos se preocupa de estos temas. Es como quien no se entera de la riada hasta no tener el agua más arriba de la boca y sólo unos milímetros por debajo de los agujeros de la nariz. ¡Hombre! Cuando el agua te llega a la pantorrilla y sigue el cielo de color de panza burra y diluviando, pues tampoco hay que ser de mente muy despejada para saber que hay riada o que ésta está en el camino de producirse.
Siempre he pensado que Zapatero, inmediatamente después de conocer el tema de la crisis, debería de haber mandado al paro (por decirlo suavemente) a todos sus asesores, que no le asesoraron. O lo que puede ser peor, le asesoraron muy malamente porque no quiero ni pensar que le asesoraron bien y a tiempo y que el presidente no les hizo "ni pajolero caso". Entonces estaría yo obligado a tener que decir que "para este viaje no hacen falta alforjas". ¿Para qué tanto asesor si luego no los escucha?
El gobierno Zapatero, en cualquier caso, está asfaltando el camino al señor Rajoy para que en las urnas no tenga dificultad en llegar a la Moncloa. Además, con la bienaventuranza para Rajoy y su gobierno, de tener ya las más duras decisiones para el electorado tomadas por su predecesor: salarios reducidos, pensiones congeladas, jubilaciones endurecidas… Esperemos que por lo menos en esto de las jubilaciones se corrija alguna lamentable injusticia de las jubilaciones actuales. Les pongo un ejemplo: un trabajador/a, con 45 años cotizados a la Seguridad Social, ahora se le penaliza si se jubila un año o dos antes de cumplir los 65, mientras que a otros, que a lo mejor sólo han cotizado 30 años e incluso menos, pero se jubilan a los 65, se les da una pensión del 100%, y eso, señores del gobierno, es una monumental injusticia que no debe, de ninguna de las maneras, seguir vigente si se modifica el tema de pensiones so pena que se estuviera de acuerdo en aquello de "erralla y no enmendalla".
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