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Empezamos el último trimestre del año 2010, mirando los días que quedan para llegar a Año Nuevo, con una mezcla difusa de temor y esperanza. Últimamente, nos sentimos enterrados en la mina, con esos 33 chilenos que luchan como pueden, a 700 metros de profundidad, para volver a la luz del sol.

Confiamos y rezamos para que todo acabe bien y sus seres queridos los recuperen sanos y salvos. Son momentos terribles de angustia y desesperación. Desde fuera, miles de personas se han movilizado para aportar los recursos que les ayuden a sobrevivir. La NASA, especializada en el entrenamiento de astronautas en condiciones de aislamiento, ha puesto a sus psicólogos y médicos, a disposición de los equipos que tratan de evitar la tragedia.

Hay que reproducir los ritmos del día y la noche, por ejemplo. Luz y oscuridad, sueño y vigilia. De lo contrario, pueden invadirnos desórdenes mentales que amenazan nuestro equilibrio psíquico. La salud nos exige, también, mantenernos ocupados. La inactividad no es buena para nadie. Se asignan roles, rutinas, responsabilidades. Se intenta mantener la cohesión a toda costa. Que no cunda el desánimo ni se abandone la lucha.

En condiciones extremas, el hombre aprende mucho de sí mismo. La solidaridad es una planta que brota en condiciones difíciles, cuando todo parece perdido.

Situaciones en las que resuena la voz de Neruda, el poeta y compatriota chileno: "Soy el desesperado, la palabra sin ecos, el que lo perdió todo, y el que todo lo tuvo." Nos diría que ahora es tiempo de trabajar, codo con codo. Perforando la tierra hasta conquistar la superficie.

Por muy abajo que caigamos, por mal que esté la situación, no hay que rendirse. Somos capaces de grandes empresas colectivas si tenemos un plan y sabemos cómo hacerlo. Es preciso aceptar la tarea, el dolor, el sacrificio. Pero con la vista puesta en un objetivo y un anhelo común. Hay que rescatar a esos hombres con vida. Devolverlos a su familia.
Todos queremos ver, simbólicamente hablando, la luz al final del túnel. No podemos dormirnos. Hay que seguir excavando.

Hay otro poema de Neruda, titulado: "El sobreviviente saluda a los pájaros". Esperemos que así sea.