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A punto para el estreno, la desaladora de Ciutadella aparece como un problema para el Govern y el Ayuntamiento. Proyectada como una inversión necesaria para dar cobertura al incremento de la demanda y como alternativa a la sobreexplotación de los acuíferos, el coste estimado del agua producida aleja el interés de los consumidores, en este caso, al servicio municipal. La concesión de la infraestructura supuso hace diez años un importante logro, pero las expectativas se han ido diluyendo a medida que se eternizaban las obras.

Los problemas surgidos durante su construcción con denuncias cruzadas entre algunas empresas subcontratadas y la concesionaria han agregado una cuota más de desconfianza en torno a este proyecto. Sin embargo, se trata de una realización suficiente a priori para solucionar el problema del abastecimiento y de la calidad de agua de Ciutadella y sus pobladas urbanizaciones y ese objetivo habría de centrar las negociaciones entre ambas administraciones. El ciudadano no aceptará pagar una tarifa más cara por una obra que no reclamó, pero hay una responsabilidad institucional que exige rentabilizar al menos socialmente esta cuantiosa inversión.