Fue sorteando, en "Gràcia", todas las calles por las que habían deambulado juntos, todos los bares, todos los portales… Ella, al igual que él, evitaba el reencuentro. Las heridas seguían sangrando… El marco –un Maó bullicioso, vestido de prematuro carnaval- dolía. Él pasó por "Rector Mort" tres minutos antes de que lo hiciera ella. Ella se ocultó en una mesa desasistida de "La Morada" cuatro minutos después de que él saliera. Furtivos, oteaban el horizonte antes de dar cualquier paso… Buscaban, en paralelo, sus rostros entre la multitud, para evitarlos. La ausencia adquiría volumen. Pero asedaba. La ruptura, tras diez años, había sido dura. Ambos habían pactado –único pacto– su carácter irreversible. Él entró a hurtadillas en el primer Jaleo por la calle Isabel II siete minutos después de que lo hiciera ella. Ella se sentó, desolada, en un portal de la calle del Rosario dos minutos después de que él hubiera vagado, con el dolor a cuestas, por esa misma calle… Él bebió pomada tras pomada, rehuyendo amistades comunes, consejos estériles, palabras, yermas, de consuelo…
¡Uf!
Gràcia
07/09/10 0:00
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