Chinos: Cuenta la crónica que durante su reciente visita a China, Zapatero trató de persuadir al presidente chino para que su país invirtiera en España. "Estamos muy interesados en que su país invierta en España. Ya sabe que somos un país solidario y además damos todas las facilidades a los chinos, aunque eso vaya en contra de los intereses de nuestros autónomos y medianas empresas". El Presidente chino sonrió y con toda la delicadeza (y paciencia oriental) respondió: "Siempre nos confunden, a nosotros los chinos, Sr. Presidente Zapatero... siempre nos confunden. Nosotros somos chinos. Los kamikazes son los japoneses".
Apóstoles: Los catalanistas menorquines son acérrimos defensores de lo que no han mamado en sus casas ni han heredado de sus antepasados, sólo actúan con el fervor del converso que ha alcanzado el clímax y el éxtasis adhiriéndose a la Buena Nueva del pan con chocolate incluido en un presupuesto oficial. Inasequibles al desaliento y alejados del raciocinio, están dedicados "full time" a la siembra (naturalmente subvencionada aunque su actividad no sea agrícola) de la nueva luz de vida: ¡le catalanisme!. Siempre a la espera de los frutos que esta siembra de grano foráneo les depare, son los nuevos Apóstoles en tierra de incrédulos.
Cooperantes: Mi amigo Daniel Terrasa escribe en su blog: "Hace cuatro años, en plena guerra de Irak, unos periodistas japoneses fueron secuestrados por un comando islamista y no fueron liberados hasta el gobierno japonés pagó un sustancioso rescate. A estos ciudadanos nipones nadie les recibió con pancartas de bienvenida en el aeropuerto. Al contrario, los japoneses, que son muy suyos, les dieron la espalda como señal de desprecio. Nada más llegar, los inconscientes que se adentraron en terrenos peligrosos, convocaron una Rueda de Prensa para pedir perdón a todos sus compatriotas por los sufrimientos que a causa de su frívolo comportamiento habían causados a sus familiares y por los gastos que había supuesto el pago de su liberación. Es evidente que el sentido de la responsabilidad en Japón no es el mismo que el que gastamos por aquí. Son culturas distintas: ellos tienen tradiciones como el seppuku o el harakiri. Aquí, en Hispanistán, somos más de la puñalada por la espalda, que es como un harakiri pero al revés".
Tea Party: Este grupo ultraconservador norteamericano influye en varias ideologías extremas de todos los colores políticos. Radicales en la conservación de las esencias americanas y aferrados a las costumbres fundacionales de USA, no difieren mucho de los nacionalistas que confunden amor a su patria con un aldeanismo cutre. Lo vemos en Menorca con todos los que se oponen a cualquier cosa que choque contra su concepción ultra conservadora de la realidad menorquina. Menorca también tiene su propio Tea Party.
Consecuencias: Vistas las consecuencias de la absoluta inatención al Museo de Menorca, no es sólo la economía lo que se nos pudre, también la cultura.
Prensa y encuestas: Las largas cenas de verano permiten recuperar temas de conversación sobre asuntos que eran actualidad hace unos meses. Un amigo nos recordaba la guerra de cifras que se produjo en Barcelona hace un par de meses. No tan sólo las referidas a la asistencia a la Manifestación montillesca del pasado 10 de Junio (donde la técnica destrozó la demagogia: el más de un "millió" nacionalista versus las 60.000 personas reales contadas bajo control técnico) sino en cuanto al número de independentistas que habría hoy en Cataluña. Mientras La Vanguardia (ex - Española y ya descaradamente en manos de CiU), proponía la cifra de un imposible 49% de catalanes proclives a la independencia, El Periódico (en manos del PSC) publicaba que sólo el 16% desearían la plena soberanía. Los números no cuadran, al menos para los vanguardistas. Todas las consultas soberanistas que se han celebrado han contado con una participación mínima que oscila entre el 10 y el 18%. Nadie en su sano juicio cree que el "seny" catalán empuje a una locura a no ser que sea ayudada y alentada, como lo está siendo, por "l' enfant terrible" de la Moncloa. Quienes adoramos a Cataluña lamentamos las actitudes liberticidas que el nacionalismo ha impuesto a esta tierra maravillosa. ¡What a shame!.
Dit menorquí: Dins ses sectes hi ha de tot: "Dins un niu de puputs, n'hi ha de grossos i de menuts".
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