TW
0

Los menorquines podemos sentirnos orgullosos de nuestra isla y, por supuesto, muy satisfechos de nuestra idiosincrasia. Gracias a ésta, hemos sabido construir un modelo socioeconómico que viene siendo objeto de reiterado reconocimiento desde reputadas instancias externas.

Recientemente, prestigiosas editoriales como Lonely Planet o el New York Times destacaban a Menorca entre sus rankings de lugares que deberían visitarse sí o sí; la revista española de viajes y naturaleza, Al aire libre, otorgaba a nuestro Camí de cavalls un premio al mejor producto turístico de naturaleza; la universidad de Lebrija también premiaba a Menorca como Mejor destino turístico 2010; y en esa misma línea, se posicionaba la firma de cervezas, Estrella Damm, seleccionando a Menorca para el rodaje de su spot publicitario de este verano, por todos conocido.

En esta misma dirección han apuntado las opiniones de prestigiosos profesionales que, simultaneando su descanso estival en Menorca, nos han ofrecido sus reflexiones sobre el modelo socioeconómico menorquín.

En todos estos foros hemos podido escuchar o leer mucho sobre el valor de la sostenibilidad económica y medioambiental y su necesaria presencia en la planificación de la política turística; sobre la fuerza del elemento diferenciador, basado en la preservación de sus paisajes y patrimonio cultural, que posee Menorca frente a sus competidores, y la conveniencia de que aquellos jueguen un más relevante papel en la configuración del producto turístico menorquín. Por supuesto, también han traído a colación debilidades que es necesario reforzar, para que nuestro modelo esté en todo momento en las mejores condiciones de competir pero sin tener la necesidad de mutar en sus aspectos esenciales ante las vicisitudes del mercado, como lo hicieron otros destinos que hoy se encuentran faltos de autenticidad y se han convertido en presa fácil de la especulación del mercado, lastrados por una losa de irreversibilidad urbanística.

Pero, ciertamente, no hemos escuchado o leído de las mencionadas fuentes, referencias a la necesidad de ampliar infraestructuras, construir puertos deportivos, urbanizar playas vírgenes ni ampliar la oferta hotelera, tampoco edificar parques temáticos verdes (a pesar del color con que el Partido Popular nos los pinta).

Precisamente los principales elementos sobre los que el Partido Popular ha dicho públicamente querer construir su modelo turístico y, por ende, destruir nuestro actual modelo. Este que precisamente nos está siendo reconocido desde diferentes y solventes instancias.

Por supuesto que el aval que representan los mencionados reconocimientos, cuyos contenidos entroncan perfectamente con las políticas turísticas, sociales y económicas que venimos implementando, nos animan a continuar prestando servicios a la sociedad menorquina con rigor y visión a largo plazo, y en la confianza de legar a las generaciones venideras un modelo que continúe cosechando estos mismos reconocimientos en los próximos decenios.