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Cataluña se está convirtiendo en una autonomía exigente y poco permisiva. Primero hicieron y están haciendo con su idioma un lamentable motivo de enfrentamientos, cuando la lengua debe servir para unir a los pueblos y no para separarlos. En Cataluña incluso prohíben que un comerciante rotule el nombre de su establecimiento en castellano. No sólo lo prohíben, sino que además penalizan con multas por ejercer lo que en puridad debería ser un derecho de cada cual. No acaba ahí la cosa, incluso consideran las Baleares como parte de los Països Catalans a la vez que están acabando con nuestra riqueza lingüística. La forma característica y los giros lingüísticos del menorquín son una riqueza propia y por culpa de cuatro políticos llegará el día que quizá hablemos mejor el catalán, pero a costa de no hablar ya el menorquín. Y nosotros somos baleáricos:
mallorquines, menorquines, ibicencos, etc., pero para nada somos catalanes por mucho que algunos se empeñen.

Yo quiero, y me gusta, que en Menorca se hable el menorquín y en menorquín y me parece un grave error que algunos desde sus despachos estén manipulando este legítimo derecho. Fíjense si en Andalucía les obligaran a tener que hablar el castellano de Valladolid, ¡qué estúpida pérdida de riqueza que a las patatas se las tenga que llamar patatas en vez de papas!

¿Qué pasará el día que todos los habitantes de Cataluña hablen sólo catalán? Pues no pasará absolutamente nada, el mundo seguirá tal cual está. Lo único que sí pasará será que todo catalán que salga de Cataluña no sabrá expresarse mas que a través de un diccionario para pedir por ejemplo en Toledo, en Valladolid, en Guadalajara o en Madrid, la comida en un restaurante. ¡Qué triste puede ser tener que usar un diccionario para pedir en cualquiera de esos sitios que cambien las toallas del cuarto de baño! ¿Eso es progreso? Yo creo que no.

Que Cataluña tiene el derecho a hablar su propio idioma, su lengua, que a mí me parece preciosa, pues naturalmente que sí. Pero a lo que no tiene derecho es por eso suprimir otros idiomas, otras lenguas en pos de la absoluta exclusividad de su propia lengua.
Porque dicho sea de paso, eso es algo muy parecido, por no decir lo mismo pero al revés, de lo que erróneamente ya pretendieron otros con esa idiotez solemne e injusta de que los catalanes hablasen sólo en castellano y no en catalán. No deben caer en ese error del que tan injustamente fueron víctimas en un periodo dictatorial. Deben evitar esa tentación de la dictadura. El catalán debe hablar en catalán pero desde la flexibilidad y el respeto hacia otras lenguas que se hablan en Cataluña.

Fíjense en un lugar como Menorca, que en verano es una torre de Babel lingüística, si algún iluminado de la política va, un suponer, y exige que todos los restaurantes, bares, hoteles y demás lugares frecuentados por quienes nos visitan, tengan todo rotulado en menorquín, nada de "black white coffee", cafè amb llet; nada de "Norway loster", caramel-la; nada de "squid fiedin batter", calamar a la romana; y así sucesivamente para los de habla inglesa, otro tanto para los franceses o los alemanes respecto a sus propios idiomas. Seguramente lograríamos que el menorquín no tuviera ningún problema a la hora de leer, pero lo haríamos más solos que la una. ¿Es eso lo que nos conviene?, ¿es lo que queremos: que todo lo que pueda interesar y hacer más grata su estancia al turista estuviera sólo escrito en menorquín en vez de, inteligentemente, facilitarles las cosas escribiendo también en sus respectivos idiomas?

Qué quieren que les diga, para mí obligar al uso de una única lengua, sancionando a quien use otra aunque ésta sea la suya propia, me parece un error como me lo parece también que no por la gente, que es mucho más inteligente en su devenir diario de lo que los políticos se creen, sino que por cuatro políticos, quizá porque reciben subvenciones interesadas, pueda llegar un día que ya sólo algunos viejos hablen nuestro rico y precioso menorquín y que finalmente éste se pierda para siempre.