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La aspiración de que Menorca sea un referente en las rutas de cruceros turísticos va pareja al debate que se ha abierto en los últimos años sobre las infraestructuras necesarias para poder acoger a los nuevos buques fletados por las compañías. En los dos principales puertos de la Isla, la estrategia aplicada por parte de las autoridades es diferente. Mientras que en Ciutadella el Govern ha dado el primer paso para que el dique exterior permita el amarre de barcos de hasta 250 metros de eslora, en Maó las empresas consignatarias lamentan que por motivos "políticos" se pierda una parte importante del negocio que genera esta oferta. Según el Ejecutivo balear, el gasto medio al día de cada crucerista es de 62,5 euros y los ingresos alcanzados en el Archipiélago por este concepto en 2009 fueron de 92,43 millones.

Actualmente, Menorca está por detrás de Palma y Eivissa, puertos líderes en el sector. En este sentido, las dos puertas marítimas que tiene la Isla no se han de mirar desde el recelo de la competencia, sino que han de sumar esfuerzos y diseñar una promoción adecuada para captar este creciente tipo de turismo, ya que al final el beneficio será para toda la Isla.