Por acuerdo del pleno, Alaior ha recuperado esta semana la titularidad de dos solares que el Ayuntamiento cedió al Institut de Desenvolupament Industrial para que este organismo, dependiente de la Conselleria de Comercio e Industria, ejecutara en esos terrenos naves modulares y las pusiera a disposición de los industriales a precios razonables.La devolución de las parcelas no es una buena noticia, sino el reflejo de un fracaso que se veía venir, si nos atenemos a la manera en que el equipo de gobierno de izquierdas viene entendiendo las necesidades de promoción industrial en nuestro municipio desde hace ya varios mandatos.
La devolución de las parcelas a las que antes aludíamos se ha explicado técnicamente en el desistimiento por parte del IDI de llevar a cabo sus proyectos de construcción de naves industriales. El IDI abandona este cometido por falta de demandantes de las infraestructuras industriales, como ha reconocido su gerente. Dicho de otra manera, o los precios ofertados no resultan atractivos o nos ha pillado el toro de la crisis.La decisión del IDI debe, necesariamente, llevarnos a reflexión. Desde nuestro punto de vista, el Ayuntamiento viene haciendo una política de promoción industrial equivocada y torpe. El primer gran error, que incluso admiten aquellos que lo provocaron, fue el de incrustar una parte del polígono industrial en la zona de ampliación residencial del municipio.
Algunos lectores se acordarán: el Ayuntamiento recalificó unos terrenos inicialmente dedicados a servicios educativos y en ellos, literalmente desmontando una montaña -el famoso cráter, de infausto recuerdo- creó un polígono para pequeñas y medianas industrias y talleres. El grupo Popular siempre manifestó su oposición a este hecho, primero, por la agresión paisajística que suponía; segundo, por la incongruencia de invadir con industrias la zona residencial en expansión; tercero, porque se eliminaron para siempre las posibilidades de crear un nuevo centro educativo en esta área y, cuarto, porque creímos y defendimos que la ampliación natural del polígono debía hacerse en dirección a Maó y no, contra tendencia, aproximándose más y más al núcleo urbano.
Toda decisión tiene consecuencias y éstas quedan ahora a la vista. El Ayuntamiento no inició el desarrollo de una auténtica nueva fase de expansión del polígono hasta que hubo vendido su "explosiva" promoción del cráter. Y eso llevo tiempo y dinero porque el desmonte tuvo que afianzarse con capas de cemento que evitaran deslizamientos de tierra. Otra consecuencia fue que el nuevo centro educativo tuvo que trasladarse a la zona del polígono blanco, en las inmediaciones de la antigua COINGA, que ha perdido así su condición de zona industrial. Y, además, la política industrial por la que se apostó ha demostrado ser un fracaso ya que a falta de suelo apto para empresas de mayor tamaño, se ha dado la "fuga" de algunas industrias a polígonos de otros municipios, una manera de perder puestos de trabajo que corresponderían a nuestra población.
Si volvemos a la actualidad, nos encontramos con que la ampliación del polígono La Trotxa ha llegado tarde. Es verdad que su desarrollo se ve probablemente ralentizado por una crisis que no es sólo local, pero, veamos, ¿a qué empresa puede interesarle ir a una zona que cinco años después del inicio de obras todavía no tiene resuelto el abastecimiento de energía eléctrica?
Por otra parte, no podemos dejar de mirarnos en los municipios vecinos. Mientras todo esto sucedía o mejor dicho poco se movía en Alaior de cara al objetivo, en Es Mercadal, Es Migjorn, Ferreries y Ciutadella, el IDI sí construyó más de 40 naves modulares, seguramente gracias a gestiones que habrá que reconocer como más eficientes.
El Alaior, la tramitación para poner a disposición del IDI suelo industrial duró demasiado. El colofón de todo aquel proceso fue el convenio urbanístico aprobado en marzo de 2009 para la cesión de 1.500 metros cuadrados de superficie. El IDI se comprometía a tener redactado el proyecto técnico en tres meses y a ejecutar las naves en año y medio a partir de la concesión de la licencia de obras.
Nada, todo se resuelve en mucho tiempo y esfuerzo perdido. Nos devuelven las parcelas y nos regalan un chasco.
A ver si de ésta tomamos nota y encontramos el cauce que conviene a un pueblo que si por algo se ha caracterizado en su historia reciente es por el impulso inequívoco de sus industriales y empresas.
Coia Sugrañes
portavoz del Grupo Popular
Alaior
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