VACACIONES

Pero, bueno, todo ello merece la pena y lo hacemos más que nada por salir de la dichosa rutina del día a día, que va cambiando nuestra personalidad sin que lo vayamos notando, e incluso nos lleva al auténtico chafarderismo crítico y cotidiano hacia otras personas, como por ejemplo cuando vemos a algún amigo siempre sacamos a relucir aquello de... fíjate, se está quedando calvo... o... se ha puesto gordísima... y sin darnos cuenta estamos siendo supervisores de los demás, sin querer ver nuestros problemas, y es que, señores, la rutina nos lleva a eso, a un cierto descuido de nuestra personalidad, viendo los males ajenos sin pensar en los nuestros.

Todo ello me lleva a una conclusión, que aunque sufra estrés durante las vacaciones, merecen la pena vivirlas, y así pensar que me importa un pimiento que fulano esté calvo o que lleve un piercing en la nariz, vivíamos para nosotros mismos y siempre con este lema pasaremos mejores vacaciones que tener el trabajo de fijarnos en los demás.
Debemos igualmente decir en honor a la verdad que las vacaciones son un tiempo donde todos se liberan de las cargas laborales, pero, ¡ojo!, no de las familiares, que se potencian más aún si cabe en esta etapa, y combinar los planes diarios es todo un problema y sobre todo cuando es una familia ya con adolescentes -cada uno quiera ir por su lado-. Pero yo les aconsejo estas tres frases que me llamaron la atención el otro día, que para tener unas buenas vacaciones hay que tener relajación, paciencia, y tolerancia, y no pensar en ese argumento facilón de que con la familia en realidad no son vacaciones.

Mi consejo es que las vacaciones son para disfrutar y disfrutar. Lo sigan pasando estupendamente.