Estaban sentados en la pastelería de "Belém", saboreando, en silencio, sus famosos "pasteis". La luz de una Lisboa siempre espléndida había logrado sortear, inexplicablemente, todos los obstáculos, todas y cada una de las enormes salas de azulejos del local y llegar, finalmente, hasta su mesa. El viaje-regalo de sus hijos se antojaba, ahora, locura. Regresar a la ciudad –a la que ambos tanto amaban- había sido algo anormal, teniendo en cuenta el proceso de divorcio en el que se hallaban inmersos. No obstante, las habitaciones individuales solicitadas y el pacto de ir cada uno a su aire habían vencido todas las reticencias… Aquella tarde habían visitado –por segunda vez- el espectacular "Monasterio de los Jerónimos" por separado y únicamente la casualidad los había reunido en torno a aquella emblemática cafetería. Él llevaba encima los papeles del divorcio, un borrador, un esbozo manifiestamente mejorable que deseaba estudiar con calma… Su presencia le incomodaba. Ella, algunos periódicos españoles. El mutismo del encuentro se quebró únicamente para hablar de algunos términos relativos a su ruptura. João, el camarero portugués que les atendió, pudo deducir lo que les ocurría. ¡Ventajas de las lenguas hermanas! "¿Decidido?" –inquirió él-. "¡Decidido!" –respondió ella-. Ambos salieron de "Belém" fingiendo ser un matrimonio bien avenido…
Uf!
JoÃo
02/08/10 0:00
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