TW
0

Llega el verano y salta la piel. No por el ardiente sol que eso con una buena crema se soluciona, salta debido al enfrentamiento de intereses o lo que viene a ser lo mismo por aquello de echar un pulso a ver quien se lleva el pato al agua. Los barcos fondeados en Cala Teulera fueron los primeros pero no van a ser los últimos. ¿Dónde está la razón, quien la tiene, los que dicen dónde deben fondear y a que precio o los que opinan que ancha es Castilla y fondeo donde me sale de la quilla? Los tiempos han cambiado sin duda y las bucólicas imágenes de antaño, las de esos cuatro barquitos fondeados donde les parecía echar sus anclas, también lo han hecho.

Desde hace unos años la proliferación de embarcaciones va haciendo que la bucólica imagen se vaya convirtiendo en masificación, hasta el punto de que los mástiles te puedan llegar a impedir ver donde está el bosque. Si a eso le añadimos el aumento del índice de contaminación de las aguas, vemos que la cosa no va por donde debería. Uno, amante observador de esta tierra y su entorno, desde la otra orilla se pregunta si no sería posible un término medio, comenzando por el abaratamiento de los amarres, la limitación de los mismos (queremos turismo náutico pero no a cualquier precio) y de los beneficios, que una parte se quede en la Isla. Sería justo si tenemos en cuenta que las aguas y el litoral que pueden sentirse afectados lo padecemos el resto del año quienes vivimos en esta Isla. ¡Clotellada a esos nudos corredizos!