La prioridad es que se acaben las obras del dique de Son Blanc, que se normalice la actividad marítima en Ciutadella, afectada por los avisos de "rissaga", y que la nueva infraestructura genere actividad económica.
Este es el objetivo necesario, sin embargo también es imprescindible que se den explicaciones sobre el coste real de una infraestructura que el Govern adjudicó por 50 millones y que puede llegar a costar más de 100 con la estación marítima. El resultado de las tensas negociaciones entre Ferrovial y la Conselleria de Medi Ambient del Govern sólo se conoce por sus consecuencias.
La suspensión de las obras y de la fabricación de los cajones, como medida de presión de la constructora. La reanudación de los trabajos después del pago de 4,1 millones. El incremento del 19,6 por ciento del presupuesto sin descontar el coste de una escollera para reducir la agitación interior que fue suprimida del proyecto. La certificación del 95,5 por cien del presupuesto cuando falta mucho por hacer. La prolongación del dique con dos nuevos cajones, que costarán 7 millones. Es evidente que el acuerdo histórico de la construcción del dique se tradujo en una adjudicación precipitada. Ahora hace falta despejar las dudas sobre la gestión económica.
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