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Una evidencia de que el político mira continuamente su futuro, la podemos analizar desde esa tozudez de no adelantar elecciones si ve o intuye que los oráculos de la estadística propia o asilvestrada no le son favorables. Y aun así, sabedor de que las mediciones de intención de voto son volubles y sobre todo manipulables y también casquivanas porque el personal puede cambiar de intención por un "quítame tú aquí estas pajas", el político se lo pensará mucho antes de decidirse a convocar unas elecciones. Respecto a lo cambiantes que somos los votantes en esta España nuestra, dicen quienes lo saben que una noche los españoles se acostaron monárquicos y se levantaron republicanos. Y más cerca de nuestros cuidados, un día la España franquista se levantó de esta condición para el día siguiente reciclarse "de demócrata de toda la vida", por más que como testigo acusador se tuviera el sobaco moreno a fuerza de cantar el cara el sol.

El señor Zapatero tiene a mal tener esa persistencia del PP en querer adelantar las elecciones. Sabe que ahora mismo lo más seguro es que las perdiera, por más que al señor Rajoy le conviene no perder de vista la cacofonía de lo que le pasó al Señor Presidente de la República Francesa, Jacques Chirac, cuando su hija, experta ella en esas volubles matemáticas de analizar la intención de voto, aconsejó en mala hora a sus señor padre que sacara las urnas, que tenía "trigo en la era". Se equivocó, porque una vez más resultó que una cosa es lo que dice el votante que va a hacer y otra muy distinta es lo que hace luego con su voto.

La situación española, por culpas ajenas y también por culpas propias, es muy contraria al gobierno. La millonaria población de trabajadores sin un trabajo, casi 5 millones que ahí se andan en esa anómala metástasis de crecer todos los días, y no poder, por más que quieran, cumplir con la sentencia bíblica de "os ganaréis el pan con el sudor de la frente", que aquí y ahora, más que un castigo, "poder sudarse el pan" es una bendición. A eso hay que añadir que la economía está mostrándose de tan poco fiar que basta un simple rumor para que la era bursátil, donde se agavillan muchos dineros especulativos, se quede sin gorriones picoteando los trigos virtuales. Y como a perro flaco todo son pulgas, van y desde Rabat nos piden Ceuta y Melilla. Todo eso y más le está pasando al actual gobierno, de manera que el PP en sus legítimas aspiraciones ve la posibilidad real de volver al poder, cosa que conseguirá en las próximas elecciones o en las siguientes, pero que un día volverá a ostentar el poder es tan seguro como que un servidor de ustedes tiene que morirse.

En mi opinión, adelantar o no unas elecciones es o debe de ser una decisión meramente política. Lo que hasta la presente, que yo sepa, no había pasado nunca en nuestra democracia es que una cadena de radio, sin ningún rubor, esté postulando por ello, poniendo descaradamente en marcha desde su atalaya mediática una plataforma, dicen ellos, para ir anotando el número de personas que según esta cadena de radio, que es la COPE, van pidiendo que se adelanten las elecciones. Mientras tanto, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, hay que ver lo que dicen y como lo dicen contra el Presidente del Gobierno, el gobierno y los socialistas.

Además, las voces oficiales de la cadena ponen con asiduidad el a veces estrambótico decir de alguien que ha llamado dejando cualquier absurdo improperio, cuanto más cáustico mejor, contra un presidente del gobierno democráticamente elegido. Me cuesta comprender como una cadena pública de radio puede poner en marcha una plataforma, recaudando de la gente la petición de adelantar las elecciones legislativas y repito, aprovechándose encima para poner a mal poner sobre todo al Presidente del Gobierno, además de emitir opiniones anónimas, a veces de una zafiedad inaudita, que habría que analizar si alguna de esas opiniones no infringen la ley, por mucha libertad de expresión con que queramos consentir estas cosas. De lo que no hay dudad es que infringen las buenas maneras y una ética como poco dudosa cuando se habla como se habla en contra del Presidente de un gobierno.

Para mi, todo Presidente del gobierno español, mientras ostenta el cargo y aún incluso después, sea buena, mala o regular su gestión (sobre esto habría mucha tela que cortar), sin que su afiliación política me condicione en ese menester, tiene seguro que jamás saldrá ni escrita ni de mi boca una palabra ofensiva hacia su persona, cosa que evidentemente no sucede en algunos entes mediáticos.