Me encanta descubrir o que alguien me descubra, algún que otro oasis en medio de este árido e inmenso desierto que nos está tocando vivir. Porque cada día me valen menos las palabras disfrazadas de promesas colgadas en esas inalcanzables atalayas de la mentira. No es que fuera enemigo de la mentira, creo en ella, deberíamos todos creer más en ella, en la mentira piadosa quiero decir, esa que deberíamos de utilizar con más frecuencia y que es como voz de alarma, de aviso prudente y hasta de salvavidas improvisado, no es hiriente y siempre da la cara.
Nos estamos levantando estos días con la sangre alterada, más alterada de lo normal y las altas temperaturas nos anuncian que está siendo una primavera caliente, más caliente de lo normal. Y cuando nos ponemos a buscar oasis donde cobijarnos y calmar nuestra sed, tanto por la derecha como por la izquierda nos dicen que el reposo también tiene un precio. Intentamos huir sin saber muy bien hacia donde.
Por la izquierda se nos dice que debemos hacernos mil agujeros más en nuestros maltrechos cinturones y por la derecha, siguen empeñados en dar más culpas que arrimar hombros. Menos mal que las jornadas gastronómicas que ahora comienzan van a ser, para quienes puedan, un escape en busca de placeres culinarios, así nos lo han sugerido nuestros cocineros en la foto de fin de semana con pose a lo Fred Astaire.
Lástima que entre las propuestas no haya un plato bautizado como "PPPSOE", cuyos componentes bien podrían ser: "Pimientos del Piquillo acompañados de Pularda con Salsa de Ostras Espumada". Ya no es tiempo de llevar la imaginación al poder, es hora de llevarla a nivel de calle.
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