La venganza del escribidor
Cuentan quienes fueron algunos de sus compañeros de clase, que el escribidor tuvo una infancia difícil y complicada. Poco agraciado, físicamente introvertido y más seco de carácter que el Anís del Mono, tuvo que aguantar carros y carretas. Algunos niños en su temprana edad suelen ser muy crueles con los más débiles. Tampoco tuvo primeros amores, más verde en las cosas del querer que las lechugas de "Mercoisa", siempre se sintió rechazado. Si a esto le añadimos una severa educación nada liberal, quizás podamos entender la enorme influencia que han tenido semejantes circunstancias en la formación y desarrollo de personalidad en el escribidor. Pero como dice el refrán, que Dios aprieta pero no ahoga, el muchacho obediente y aplicado, buscó refugio en los libros. ¡Y vaya si lo consiguió! Notables y algún que otro sobresaliente le forjaron una culturita de andar por casa, que ya quisieran muchos. Pasó el tiempo y el zagal se hizo hombre, y es aquí donde empieza precisamente su venganza, gran devoto de San Narciso, observador de toros desde la barrera, imitador del Capitán Araña y perseguidor de ignorantes anónimos, ya está preparado para su particular cruzada, más temeroso que un marrano por San Martín, pero embrujado por una fuerza irresistible, decide por fin lanzarse al ruedo, encuentra su espacio ideal y belicista en las prestigiosas páginas de un mediático medio de comunicación de su ciudad natal. Ante semejante caldo de cultivo, el escribidor se siente poderoso, intuye que le esperan tiempos de gloria, sabe que muchos de aquellos que en tiempo pasado se burlaron de él, no le llegan a la suela de sus zapatos y carecen de la mínima capacidad literaria para expresarse públicamente. A partir de ahora serán sus reglas las que dominarán el juego. Como buen pelotero, regateará por la derecha, penetrará por el centro y procederá alguna incursión por la izquierda para confundir al adversario. Buenísimo con la testa, listo y sarcástico, ahora con los vientos favorables, puede cortar, coser, tergiversar, escribir medias verdades, etc., etc. Su venganza está servida: es la venganza del escribidor.
Cartas del lector
12/04/10 0:00
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