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La periodista Elena Serra entrevistó a Jaume Matas en IB3 el miércoles, al acabar un partido de Champions, una semana después de su comparecencia ante el juez. La emisión ha dado mucho más que hablar que interés real tuvo entre la audiencia, sólo uno de cada diez espectadores de las Islas siguió las explicaciones del imputado ex presidente del Govern. Por impulso periodístico, tiene sentido, resulta goloso disponer ante las cámaras del personaje que ha concentrado la actualidad durante días consecutivos. Por estrategia profesional, también, la tele autonómica se autodota de una coartada de independencia al entrevistar al enemigo político. Este objetivo fue logrado con creces a juzgar por la irritación que causó a la portavoz del Govern.

Hay un tercer aspecto, la oportunidad, que ofrece un balance menos satisfactorio. Hasta el año pasado, Matas ha estado en un plano –político, profesional y humano– y en los últimos meses se halla en otro, en el que le ha puesto la causa judicial. Su discurso, netamente político, no sirve en esta fase y el interés ante la opinión pública ha resultado, visto lo visto, irrelevante. La ocasión para refutar las acusaciones de los fiscales no ha de darse en la tele ni en los medios sino en sede judicial. Los medios ahora cuentan lo que sucede en ese escenario, pero no son actores, ni pueden ni deben intervenir en el proceso.