El PP celebra hoy elecciones primarias para elegir presidente regional, que equivale a elegir el candidato de 2011 a la Presidencia del Govern. Este procedimiento supone un acercamiento a la democracia en el funcionamiento interno de los partidos que la Constitución exige pero que suele torearse siempre que resulta posible, los dirigentes piensan que donde hay buenos cuadros y capacidad de maniobra sobran estos festivales.
Lo que hoy se ve como una excepción debería ser norma, los afiliados deben decidir la elección de sus dirigentes porque, de hecho, en esa fase se está decidiendo sobre los futuros dirigentes. La participación ha de extenderse a todos los ámbitos donde sea posible y por razón de principios. Hasta ahora estos procesos han obedecido a situaciones coyunturales y un poco perversas. El PSOE, por ejemplo, lo puso en práctica en las elecciones del 2000 para desbancar a Borrell, que era secretario general, y poner a Almunia y un año antes sirvió para elegir candidato a Antich en vez de Andreu Crespí, que era el jefe regional del partido. El espíritu de elecciones primarias que se da a este tipo de consultas ejercita la conciencia ciudadana y anima la credibilidad en los partidos y en los políticos, que buena falta les hace. Estas primarias deberían alcanzar hasta la elaboración de listas y controlar así a tanto jeta que se cuela de matute.
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