Para los menorquines, el uso del avión constituye un medio de transporte imprescindible para acceder a un conjunto de servicios básicos:
En lo referente a la salud, todos los menorquines, en algún momento de nuestra vida, ya sea como pacientes ya como acompañantes, sabemos lo que es tener que desplazarnos a Palma –o a Barcelona si el servicio que se requiere no está en la capital Balear- con las consecuencias que estos traslados tienen, tanto a nivel emocional como económico para nuestras familias. La distorsión que se produce en el cambio de rutinas familiares y laborales, afecta de manera importante nuestra vida.
De igual manera se padece la doble insularidad cuando nuestros jóvenes tienen la oportunidad de acceder a estudios superiores. Las disciplinas que se imparten en Menorca, a través de la Extensión Universitaria, son claramente insuficientes, por lo que, de nuevo es imprescindible desplazarse a Palma o a la península. Y de nuevo también, surge el agravio comparativo con otros ciudadanos de España. Desde luego, no es lo mismo que un joven de cualquier lugar de la península realice sus estudios superiores: Existe – afortunadamente para él o ella, la posibilidad de desplazarse en un automóvil, en un tren, y se podría decir que en la mayoría de las veces, puede dormir cada noche en su casa.
Y sin embargo, nuestros estudiantes tienen que buscar un alojamiento – y pagarlo – afrontar una vida nueva y unos hábitos desconocidos, e intentar volver a casa de vez en cuando – con costes altísimos – o recibir la visita de sus familiares en cuanto se pueda – pagando, también, claro- con la dificultad añadida de realizar el seguimiento justo y adecuado de la situación personal y académica de sus hijos.
Estos son sólo dos de los aspectos a destacar en la situación injusta que padecemos los menorquines respecto de la península y respecto también de Mallorca, donde a pesar del hecho de la insularidad, ésta se ve suavizada debido a la capacidad de servicios y de conexiones aéreas. Pero podríamos abundar y no acabaríamos en la cantidad de gestiones personales, comerciales y profesionales que requieren el desplazamiento a Palma o a la península, teniendo en todos los casos que hacernos cargo, nosotros o nuestra empresa del coste del mismo.
Hay que ser consciente de que el transporte marítimo no es una alternativa al problema, por evidentes razones de frecuencia y duración del trayecto, pero aún en las ocasiones en que así fuera, nos encontramos también con unos precios desorbitados que no se compensan con los descuentos para residentes que no bastan.
Es escandaloso y abusivo que para desplazarnos entre Islas, los propios miembros de la Comunidad Autónoma, tengamos que pagar una media de 100 euros (y no tener siquiera garantizada la plaza), cuando se pueden encontrar en el mercado billetes de oferta desde lugares de la Península o Europa por mucho menos. Creemos que un menorquín debería poder hacer las gestiones necesarias donde están la mayoría de las competencias de la comunidad por un precio asequible y de acuerdo con su condición de residente balear (y que en ningún caso debería ser el promedio de 100 euros que tenemos ahora). Creemos que los estudiantes menorquines deberían poder volver a casa con frecuencia, con horarios adecuados y sin que esto suponga una sangría para la economía familiar.
Ante estos hechos, nos sentimos frustrados a diario, y esta frustración aumenta especialmente cuando se acercan las fechas de vacaciones en que encontrar un billete aunque sea a precios desorbitados, resulta poco menos que milagroso.
El problema del transporte constituye el principal obstáculo al crecimiento económico y a la salida de la crisis que es mayor en Menorca que en el resto de las Islas, empezando por el coste directo que tiene para el bolsillo del ciudadano menorquín, un bolsillo que, paradójicamente, ayuda a la creación de otras infraestructuras como el AVE o mejoras en todos los aeropuertos nacionales.
Resulta pues, evidente que la doble insularidad y la falta de conexiones aéreas es uno de los principales factores que nos sumergen aún más en la crisis, y que esta situación es soportada y tolerada por los partidos que tienen el poder de cambiarla.
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