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Munar se ha ido y Antich califica de "acertada" su dimisión. Queda la duda de si en algún momento se la pidió, habida cuenta que su posición al frente del Parlament balear provocaba sonrojo entre la gente de bien, por mucho que haya que respetar la presunción de inocencia.

Más despejada está la cuestión en torno al anticipo electoral. "La mejor forma de ayudar a los ciudadanos es seguir gobernando", afirma el presidente, y no será hasta dentro de quince meses –si llegamos– cuando sepamos si su predicción es acertada o no.

En cualquier caso, si no es la mejor forma de ayudar a los ciudadanos, sí es la más práctica y la más barata y, quizás la más adecuada para que vuelva la confianza. No han cambiado tanto las formaciones políticas como para que el votante acuda ilusionado a las urnas, convencido de que nuevos vientos van a soplar en Balears. Se impone un período de reflexión, de reestructuración dentro de los partidos políticos, de regeneración ideológica –si es que las ideas importan algo en esto de la cosa pública– y esto no se puede conseguir en un día.

Mientras, hay que arrimar el hombro y tener algo de altura de miras para evitar que se enquiste la sensación de que los políticos sólo piensan en la poltrona.