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La "fira del camp" que este fin de semana se celebra en Alaior expone una notoria contradicción. La excelente calidad genética y la mejora de la capacidad productiva experimentada en los últimos años contrasta con un entorno de pesimismo como consecuencia de una nueva caída en el precio de la leche y el cierre anunciado de la planta de Kraft, que ha sido durante mucho tiempo garantía de supervivencia del campo menorquín. Acostumbrados a lidiar en una crisis permanente en la que raramente se producen destellos de optimismo, el actual entorno económico endurece las expectativas de la actividad agraria.

En las actuales circunstancias -aumento de los costes de producción, retraso en las ayudas institucionales y descenso del 30 por ciento del litro de leche-, el secretario de Unió de Pagesos cuestiona la viabilidad del sector lácteo. De hecho, los últimos años muestran un goteo incesante en el cierre de explotaciones, en activo quedan menos de dos centenares, víctimas de esas dificultades. Los planes de ayuda anunciados ayer por la consellera balear del ramo constituyen un importante estímulo para acompañar la actividad agraria de criterios ambientalmente saludables, pero la esencia sigue amenazada.