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José María Pons Muñoz
Las elecciones autonómicas de Galicia y País Vasco, como casi siempre pasa, han satisfecho a los políticos. Unos porque han subido mucho en el País Vasco, aunque hayan perdido en Galicia, y otros, aunque hayan perdido y bajado en el País Vasco, han ganado en Galicia.

Recuerdo que hace unos meses, en estas mismas páginas del "Diari", decía yo que el PP presumiblemente iba a perder las elecciones en Galicia, porque del País Vasco ni hablábamos, porque allí el PP lo tiene imposible.

En mi último artículo sobre las elecciones de estas dos autonomías, publicado el jueves 19 de febrero, les decía que en el País Vasco podría darse un cambio de gobierno, pero que no sería sólo con los votos socialistas, haría falta una catarsis con el PP y eso es exactamente lo que ha pasado. Desde luego, si Patxi López quiere ser lehendakari, lo será con el PP, o no lo será. Y esto, con ser complejo de por si, se complica más cuanto eso significaría para el PSOE perder el apoyo en Madrid del PNV. Dicho esto, el señor López debe sopesar muy bien que para llegar a lehendakari, siempre tendrá que pactar. Es improbable en elecciones futuras, ganarle al PNV por mayoría absoluta. De hecho, estas elecciones las han vuelto a ganar los de Ibarretxe, que tendrá que buscar apoyos si quiere seguir gobernando. Es lógico que haga una oferta por los escaños que representa el señor López, aunque éste no debería coaligarse en esa maniobra, ya que así le quita a Ibarretxe de en medio al gobierno socialista de España. Un Ibarretxe que le ha dado a los socialistas muchos dolores de cabeza. A Patxi López alguien debe decirle que nunca lo tuvo tan bien para llegar a lehendakari, aunque deba hacer un extraño "encaje de bolillos", contando además con que desde Madrid no le marquen el carnet de ruta, como en otros tiempos ya hizo Felipe González.

De las elecciones gallegas ya dejé dicho que era donde el señor Rajoy podía coger aire, oxigenarse para llegar a la cita europea. Y me alegro que así sea, sobre todo porque el señor Pérez Touriño, por el PSOE, y el señor Quintana, por el BNG, han perdido el gobierno de Galicia a la primera de cambio por sus errores de absurda ostentación. Touriño, como socialista, con un país sumido en una crisis terrible, va y venga de coches ostentosos. Dicen que uno de ellos es más caro que el del propio presidente americano Barack Obama. A santo de qué un coche de esta categoría, ¿para prevenir un posible atentado?, en Galicia...¿de quién? Y aun aceptando que ese fuera el fin y el motivo, debería saber que cualquier organización terrorista ya sabe a estas alturas del blindaje de los coches que llevan a personalidades a bordo y buscan, como hemos visto últimamente, concretamente ayer domingo, con el presidente de Guinea Bissau, otros momentos, otras ocasiones para cometer su barbarie. De manera que otras, y no el coche, deberán ser las cautelas y los cuidados. Pero eso no fue toda la torpeza del señor Touriño. Lo acompañó con un despacho y un monto económico en mobiliario realmente absurdo por ostentoso. Les suele pasar a los políticos porque esos caudales no son propios, sino sufragados por la ciudadanía. Toda esa ostentación, amén de una gestión política de cuatro años francamente deficiente les han hecho perder las elecciones, añadiendo en el despropósito la dichosa fotografía de Anxo Quintana en un lujoso yate como si fuera un magnate del petróleo. Guindas una tras otra, que han hecho rebosar el cesto de lo aguantable por los votantes.

Cuándo aprenderán algunos que las formas son importantes. Parece mentira, con lo mirados que son para unas cosas absurdas, y lo poco mirados que son para las cosas importantes. Van tirando el trigo político y guardan la paja. Tienen cuidado en preocuparse y ocuparse en la campaña electoral en llevar un traje de un determinado color, mirar si conviene o no conviene llevar corbata, y luego, los muy ilusos, se meten en gastos principescos para adornar el entorno de su vanidad de altos dirigentes políticos, en vez de dar muestras de una prudente racionalidad ahorrativa en el manejo de los dineros del contribuyente.

Los cálculos, una vez más, han sido erróneos en aquellos analistas que afirmaban que el resultado de las elecciones gallegas dependería de la abstención. Pues mire usted, no ha sido así. La abstención no se ha dado, y las elecciones gallegas las ha ganado el PP con absoluta limpieza.

Si me permiten una acotación a efectos estadísticos, no quiero dejar de decirles que el 12,7% (335.000 gallegos) residen el extranjero. Y en el País Vasco, 43.712 con derecho a voto, están repartidos por diversos países del mundo. En Francia, por ejemplo, 8300, o Argentina, con algo más de 7000. Un voto emigrante que, en esta ocasión, no modificará el resultado que ya conocemos, a lo sumo, un escaño mas o menos. Y quizá ni eso.