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Salvador Giménez Valls
Obispo Administrador Apostólico de Menorca
De nuevo, otro año más, empezamos los cristianos el tiempo de la Cuaresma. Es el período de 40 días que la Iglesia nos propone para preparar nuestra vida a la celebración de la Pascua del Señor, la fiesta más importante del año. Celebrar dicha fiesta exige a cada uno y a cada comunidad una preparación previa basada en la escucha de la Palabra de Dios, en la participación de los sacramentos, en la oración y en el compartir lo nuestro con los semejantes. Por supuesto es la misma actuación que los cristianos deben hacer a lo largo del año pero que en este tiempo de Cuaresma cobra una significación especial por su necesaria aplicación personal y por su resonancia bíblica. Es un tiempo propicio para profundizar en el seguimiento de Cristo y para repensar y recobrar el sentido cristiano de la vida con el compromiso que cada cual tiene dentro de la Iglesia y con la preocupación constante de colaborar con los demás en la construcción de una sociedad más fraterna.

La repetición anual de la Cuaresma y de la Pascua nos da ocasión a los cristianos para recordar y para avanzar en la búsqueda de la santidad. Los seres humanos somos muy limitados y olvidadizos; nos olvidamos, sobre todo, de aquello que nos obliga, que nos exige esfuerzo, que nos lanza a preocuparnos de los semejantes y no permite que nos recreemos en los propios intereses o conveniencias. El tiempo de la Cuaresma nos ayuda a poner en el centro de nuestra vida los aspectos fundamentales del mensaje cristiano. Nos invita a la reflexión sobre el sentido de la existencia y sobre las prioridades que cada uno de nosotros debe tener para parecerse más a Jesucristo. Por otra parte y, en sentido negativo, la repetición anual no puede hacer que caigamos en la rutina, en la sensación de lo ya sabido o en el desánimo de no poder cumplir a la perfección lo anunciado. Cada año es una oportunidad que se nos brinda para buscar el sentido y evitar la rutina. En toda ocasión y en cualquier circunstancia. Queremos encontrar la coherencia y la autenticidad en los grandes proyectos vitales y en los aspectos ordinarios y pequeños de nuestro vivir.

La vida cristiana, compuesta de grandes proyectos y de ordinarias realidades, necesita ser alimentada constantemente del encuentro con Cristo. Ello nos posibilita tener fortaleza y constancia personal, da sentido a nuestro quehacer diario y nos impulsa con alegría a dar razón de lo que creemos y en quien fundamos nuestra existencia. La palabra de Cristo orienta la vida y, también, el tiempo de esta Cuaresma. Él mismo nos recuerda en tres palabras los grandes ámbitos de relación del ser humano -Dios, los otros, uno mismo- y quiere que las desarrollemos con seriedad. Nos habla de la oración, de la limosna y del ayuno como las tres respuestas que estamos obligados a dar en esa relación permanente de toda persona. En ese sentido, el texto del evangelio del miércoles de ceniza sirve como pórtico y como reflexión para toda la cuaresma. Me gustaría que lo meditarais muchas veces.

El mensaje del Papa para la cuaresma de este año es muy claro y conciso. Aparte de las orientaciones generales se centra en una de las tres palabras-realidades que deben alimentar a todo cristiano durante todo este tiempo: el ayuno. Ha sido mayúscula la importancia que ha tenido a lo largo de la vida de la Iglesia y es una práctica adecuada para cada uno de nosotros en estos momentos. El Santo Padre nos pide que actuemos sin despreciar, banalizar ni ignorar esta práctica. También que la sepamos enseñar orientando la vida cristiana de los demás haciendo hincapié en la autenticidad. Además en las actuales circunstancias de crisis social puede ser una óptima consecuencia vivir y enseñar la austeridad, el desprendimiento y la generosidad hacia los demás.

Termino con dos sugerencias o invitaciones para todos. La primera, más complicada y radical, que nosotros vivamos con seriedad y con coherencia esta Cuaresma huyendo de la rutina. La segunda, más sencilla y elemental, que leáis tranquilamente meditándolo el corto mensaje del Papa para este año.