TW
0

J. Carlos Ortego
El Ayuntamiento de Maó ha autorizado a las empresas que construyen la cárcel a trabajar día y noche y a utilizar maquinaria pesada desde el orto hasta el ocaso. Se trabaja a destajo con el fin de acabar la obra cuanto antes como si hubiera alguna obligación de recuperar con estas prisas los largos años de trámites por despachos entre funcionarios muevepapeles, concejales de paso y direcciones generales de la capital.

Hay pocos vecinos, las familias alojadas en el cuartel de la Guardia Civil y algunas viviendas a media distancia, que han protestado con toda la razón del mundo. No porque las obras les molesten, sino porque les molestan a todas horas y, sobre todo, por la alcaldada de un decreto que se pasa por el forro una ordenanza del propio Ayuntamiento, la que regula los horarios de trabajos molestos y ruidosos. Y eso no está bien, las normas se aprueban para su cumplimiento y han de tener carácter general, las excepciones suenan a favores, amiguismo o intereses egoístas de la propia Administración por acelerar en el presente el tiempo perdido en el pasado y llegar a las próximas elecciones con alguna inauguración en la cartera. El trabajo a destajo, en horario nocturno incluso, tampoco compadece bien con la exigente política de riesgos laborales ni con una regulación ordenada del trabajo. La sociedad calla, los sindicatos también.