La dificultad radica en la forma de proposición de esa transmisión. Porque los valores no pueden imponerse por decisión de "ordeno y mando", ni tampoco por sutil adoctrinamiento seductor.
Los valores sólo pueden transmitirse por la claridad en su proposición, por el testimonio coherente de las personas transmisoras, y por el progresivo respeto a la libertad de las personas receptoras.
Evidentemente, cuantos más sean los que viven los mismos valores, más fácil resulta la aceptación de éstos.
Actualmente los educadores afrontan un doble desafío: definir los valores que humanizan genuinamente a las personas, y saber ofrecerlos deseables, incluso contra corriente de las pautas sociales.Ayudaría mucho a los educadores que se lograra un mayor consenso en el establecimiento de los valores que deben transmitirse, respetando siempre la primacía general de los padres.
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