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Vicente Macián
La visita del Cardenal Bertone, secretario de Estado del Vaticano, al margen de cualquier interpretación política, ha explicitado una actitud de proceder genuinamente democrática: cortesía en el trato, y respeto a la divergencia de postulados, no silenciados por ninguno de los interlocutores.

El cardenal reafirmó las exigencias morales defendidas por la Iglesia respecto a la eutanasia, el aborto, y el reconocimiento al derecho de los creyentes a manifestar su profesion, también en el ámbito público, y el Gobierno confirmó su voluntad de continuar sus anunciados proyectos ideológicos sobre dichos temas.

Esta vez ciertamente "lo cortés no quitó lo valiente", en contraposición a muchas posturas de antagonismo dialéctico ofensivas por su lenguaje y por, al menos, la impresión de enemistad, no sólo de rivalidad, hacia las personas que no son del mismo grupo y pensamiento.

Estas últimas posturas, que se manifiestan a todos los niveles, incluido el insular, contradicen un principio básico de la convivencia: el respeto al otro, unido a la capacidad de colaboración.