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Pep Mir
El sábado compartieron actividad dos formaciones políticas: UMe y EM-EU. Son agrupaciones distintas en recorrido y ubicación ideológica, pero que comparten el hecho de encontrarse en el pozo de la escasa o nula representación en las administraciones insulares. Tanto el centro como la izquierda más escorada tratan de salir de crisis prolongadas a las que se han visto arrastrados, entre otros motivos, por inercias estatales y un bipartidismo galopante. UMe nace con ilusión, con el empuje propio de Irene Coll y la esperanza de arrebatarle algo de espacio tanto a un PP despistado y autodestructivo, sobre todo en las altísimas esferas, como a un PSOE acomodado, que se ha permitido el lujo de dedicar buena parte del periodo de mando a relevos generacionales más o menos previstos. EM-EU pretende remontar el vuelo y dejar de mirar con añoranza como sus dos colegas de izquierda se reparten solos el botín del Consell con una complicidad bastante sólida por la cuenta que les trae. A ambos proyectos les queda mucho trabajo por delante. Tienen que cultivar con mimo su finca ideológica y diferenciarse más claramente de los vicios acumulados por las tres opciones más mediáticas de la Isla. Y para esto no es suficiente con ir repitiendo latiguillos y buenas intenciones de manual. Su éxito no será fácil, pero sí es recomendable para la democracia menorquina.