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JB Marquès
Un agente de la Policía Local que patrullaba con paso cansino y despreocupado por Sa Rovellada de Dalt dio la voz de alarma a su jefe: "Acaba de entrar, un espía no identificado acaba de entrar en el Ateneo. Son las 10.24 horas. ¿Hay que movilizar al grupo de contraespionaje?". Las sospechas del policía municipal tomaron cuerpo en apenas quince minutos. Tan pronto como también vio entrar en la entidad cultural a cualificados cargos del Consell insular, la Fundació Destí, la Fundació Turisme y el Fomento del Turismo. Desde su despacho, el jefe del contraespionaje mahonés hizo unas llamadas telefónicas y en diez minutos supo que la reunión del Ateneo tenía por objeto debatir en secreto, lejos de las sedes oficiales, sobre las ventajas y desventajas de mantener dos fundaciones, la conveniencia o no de crear una tercera y la posibilidad incluso de constituir una cuarta.

Antes de iniciarse la reunión se inspeccionaron las dependencias del Ateneo para dar con el espía. Pero no lo hallaron. El espía había logrado sustraer el informe supersecreto "Alianzas estratégicas de promoción y ventas para la próxima temporada turística" y pudo ganar la calle sin problema alguno. Salió disfrazado de Pedro J. Bosch. Y ya en la acera, el espía dio un espectacular salto y se reincorporó a la columna "De què anam?" de Emili Pons. Los contraespías municipales aún hoy siguen en blanco.