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La capital española es también desde hoy la capital mundial del turismo, la cita imprescindible para profesionales, empresarios y administraciones. Pero FITUR representa esta vez bastante más que un encuentro de promoción y contactos de negocio, la caída de expectativas en un contexto de crisis y el descenso de las reservas en los principales mercados emisores obligan a mirar el certamen madrileño como una de las últimas grandes oportunidades para corregir la tendencia.

Menorca es el destino con peor pronóstico de la comunidad balear, el más indefinido y el que muestra más dificultades de recuperación. La falta de reacción interna y los cambios en los hábitos vacacionales en los mercados externos han propiciado una pérdida progresiva de visitantes. En esa diagnosis ha de atribuirse una parte notable de responsabilidad al trabajo institucional, disperso y víctima de la política de confrontación. Pero este discurso de autocrítica, repetido con generosidad, valora igualmente los aspectos positivos de las cualidades y singularidad menorquina, base sobre la que establecer un cauce atractivo, la distinguida marca de calidad. La feria de Madrid es una oportunidad para captar ese optimismo.