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José María Pons Muñoz
El hecho de que el lehendakari del gobierno vasco, Juan José Ibarretxe, adelante las elecciones vascas, ha puesto a elucubrar a los politólogos de lo tertuliano, y a los escribas de la columna periodística, que han hecho aflorar conjeturas, que si es por la crisis que se avecina aumentada para el 2009, que si es porque el actual gobierno del señor Ibarretxe ya no aguanta más, que si patatín, que si patatán. En mi opinión, las cosas no son tan prosaicas, y me inclino por pensar que el lehendakari y sus múltiples asesores habrán considerado que aguantar hasta el final, es decir, un mes y medio más, no les va a conceder por eso ningún beneficio, mientras que hacer coincidir las elecciones vascas con las gallegas, como poco, tiene una ventaja nada desdeñable, ya que divide a los líderes nacionales del PP y del PSOE, que van a tener que decidir en qué autonomía dan el mitin. En los dos sitios a la vez no hay político que pueda hacerlo. Además, condicionará el discurso, ya que no se puede decir una cosa en Bilbao hoy, y la contraria en Santiago de Compostela mañana. So pena del descrédito que supone caer en flagrante contradicción. Y aún queda otra cuestión a considerar, que sin duda el lehendakari habrá tenido en cuenta: no es lo mismo que los socialistas acudan a las urnas vascas viniendo de ganar en las urnas gallegas, que acudir a las urnas desde la neutralidad eufórica en la victoria por estar votando en ambas autonomías a la vez. En cualquier caso, Ibarretxe sabe que no arriesga nada adelantando las elecciones para hacerlas coincidir con las convocadas a la Xunta por el señor Pérez Tauriño.

Dicho todo esto, lo más llamativo, lo que tiene al personal en un sin vivir, es el futuro político del señor Rajoy y su equipo. Las últimas encuestas en intención de voto indican que, a pesar de una crisis de caballo, y de tener todas las velas desplegadas en las naves mediáticas afines, culpando al señor Zapatero y a su gobierno de esta crisis (como si sólo hubiera crisis en España, y el resto de países no estuviera de la misma hasta las orejas), resulta que si ahora mismo hubiera elecciones generales, volvería a ganarlas el PSOE. Por si eso no fuera ya suficiente, doña Rosa Díez, el señor Zapatero, etc., están mejor valorados que el señor Rajoy. ¿Todo eso qué quiere decir? Pues según a mí se me figura, lo que quiere decir es que el PP tiene un problema. Fíjense, antes les dio por crispar sin ton ni son, todo el santo día con el 11-M para abajo y para arriba, y ETA para acá y ETA para allá. Bueno, pues todo aquello no sirvió de nada, y volvieron a perder otras elecciones que también creían ganadas. A raíz de semejante fiasco, se dieron cuenta de que aquel no era el camino. Entonces, templaron gaitas, se apartaron de oráculos mañaneros del desastre, y de otros medios afines que mantenían insinuaciones y acusaciones sin demostrar con lo del 11-M y con ETA. Guardaron de paso la bandera roja y gualda, que siempre ha merecido mejores motivos y más justas ocasiones para ser aireada, o por lo menos, menos manipulada partidistamente. Moderaron el discurso, y a pesar de todo eso, tampoco las encuestas se le han puesto estupendas, más bien se han puesto de mal poner. ¿Qué es entonces lo que pasa?, ¿cuál es realmente el problema? Quizá, el verdadero problema sea que el PP sigue, en seis o siete asuntos, en la misma decimonónica postura de una derecha que el votante rechaza. Y eso no es bueno para la democracia, ni para la política, porque hace que el partido en el poder pueda bajar la guardia, solazarse ante la debilidad de la oposición. La alternancia real en el poder es lo que estimula a los políticos. La permanencia en él, está demostrado que crea vicios y prepotencia, que curiosamente a la postre, suelen ser los males que finalmente acaban por llevar a un gobierno, y al partido que lo sustenta, al despeñadero electoral.

Según yo lo veo, el PP lo tiene difícil para ganar las elecciones gallegas. En el País Vasco, imposible. Y barrunto que en Europa, en las próximas elecciones, el PP se va a dar un importante batacazo. En definitiva, las tres próximas elecciones del calendario electoral, el PP las va a perder casi con seguridad. Sí, ya sé que hacer este tipo de futurismo es muy arriesgado en política, pero no adelantar un pronóstico es aún más peligroso, porque como estudioso de los avatares políticos, te deja sin crédito de confianza hacia el lector, que te lee convencido de que algo sabes sobre lo que escribes.

¿Cuál es, pues, el futuro del señor Rajoy si pierde el mismo día en Galicia y en el País Vasco? Presumiblemente la dimisión, eso sería lo lógico. De no hacerlo así, llegará a las elecciones europeas sin apoyos en su propio partido para encajar una nueva derrota, que de producirse, le caerá encima como una losa.