TW
0

A la espera de conocer el contenido real del testamento de Juan Ignacio Balada, parece que una de las condiciones que estipula es que la Casa Real debe crear una fundación con una parte de los bienes de la herencia, destinada a objetivos de interés público o social. Si ésta era su intención habría sido mejor crearla en vida, por un simple criterio de rentabilidad social de los recursos asignados. Ahora, desde la Isla, los responsables políticos deberán realizar gestiones, con la discreción necesaria, para que esa fundación revierta en beneficio de Menorca. Este planteamiento tiene especial sentido porque en Ciutadella se encuentra una parte de las propiedades, algunas con un evidente valor social, cultural o artístico. La Casa Real es probable que llegue a la conclusión que la herencia no es un premio, sino que es una responsabilidad. En definitiva, el testador ha dejado una fortuna, en su mayor parte inmueble, en manos de una institución del Estado. Es cierto que los objetivos públicos y sociales representan un abanico enorme y existen prioridades de primer orden. Respetando la voluntad del testador y la intención de la Casa Real, debería ser posible alcanzar un acuerdo con las administraciones que cumpla el requisito del interés público local.