Vox empeora los problemas en lugar de aportar soluciones

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La peregrina decisión de Vox de tumbar el decreto que abre la puerta a construir 20.000 viviendas, la mitad de ellas a precio limitado, ha agrietado al propio partido. Fulgencio Coll, una de las figuras de la formación ultra con mejor cartel, líder de Vox en Palma, no oculta su malestar por la posición del grupo parlamentario que lidera Manuela Cañadas, que lleva días boicoteando cualquier iniciativa del Govern. Su su ‘alianza’ con el PSIB-PSOE dejó una inversión de 400 millones de euros. Inmerso en un escenario de intrigas palaciegas, transfuguismo, cainismo y víctima de una importante fragmentación interna, Vox representa un doble problema para el PP: su ventajismo a la hora de negociar y la ausencia de un interlocutor válido.

La autonomía para tomar decisiones de los diputados ultras en Balears es nula. En esta tesitura, alcanzar acuerdos con sus antiguos socios resulta especialmente complejo para Prohens y su equipo. El bloqueo que impone Vox en Balears es muy similiar al practicado en Valencia. Allí, un Carlos Mazón moribundo le ha entregado todo lo que ha pedido y más a cambio de aprobar los Presupuestos y resistir. Prohens no tiene nada que ver con su homólogo, pero a estas alturas debe tener asumido que deberá hacer renuncias. Otra cosa es aceptar chantajes. No todo debería valer, también para Vox.