El terremoto político y el escándalo social que ha desatado el hasta ahora diputado y portavoz de Sumar, Íñigo Errejón, por los supuestos casos de violencia machista en los que está implicado está teniendo una gran impacto. La actriz Elisa Mouliaá ha denunciado que la agredió sexualmente en una fiesta y ahora la policía investiga estas acusaciones. Un tema muy grave porque Errejón fue un adalid del feminismo que denunció las conductas machistas en España.
Sus votantes son los primeros en sentirse estafados por una conducta tan denigrante que, con su dimisión y comunicaciones en redes, ha reconocido parcialmente. Es de una hipocresía absoluta que un político que hizo del feminismo su bandera sea acusado de acosar a mujeres con intenciones libidinosas. La Justicia determinará el alcance penal de las acciones del exdiputado. Hay, en este turbio asunto, un aspecto que llama la atención: cada vez son más las voces –incluida la de Pablo Iglesias, que fundó Podemos junto a Errejón– que apuntan a que el comportamiento inadecuado de Errejón era un secreto a voces. Estos próximos días surgirán, posiblemente, nuevas víctimas que darán otra dimensión, más grave si cabe a este sórdido escándalo. El horizonte policial y judicial del supuesto acosador y agresor sexual se complicaría sobremanera.