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El fallecimiento de Sergei Prigozhin, líder del sanguinario grupo de mercenarios Wagner, en un oscuro accidente cuando estaba sobrevolando Rusia en un avión privado con destino a Moscú, es la una crónica de una muerte anunciada. Este multimillonario, que fue chef de Putin, había protagonizado continuos choques con la cúpula militar rusa e incluso había insultado a los generales del Kremlin por su supuesta incompetencia en la guerra. El punto de inflexión fue el motín de hace dos meses, cuando amagó con un golpe de Estado que puso en vilo al mundo entero.

La muerte del que ahora era el  rival de Putin se suma a la larga lista de opositores rusos represaliados en los últimos años, en lo que se antoja como un auténtico régimen de terror. Casos que no han sido investigados y arrojan muchas sombras sobre los mecanismos del Kremlin. Prigozhin se hizo mundialmente conocido tras la invasión de Ucrania, cuando movió a sus mercenarios de Siria y países africanos y los trasladó al frente ucraniano. Las carnicerías perpetradas en la ciudad de Bajmut, que fue literalmente borrada del mapa después de cruentos combates calle por calle y casa por casa, evidenciaron que los hombres de Wagner y en especial su jefe, Prigozhin, estaban fuera de control. Era un ejército privado, tan peligroso como poderoso, cuyo futuro es ahora una incógnita.