El primer fin de semana del nuevo proceso de desescalada ha vuelto a provocar numerosas situaciones de clara irresponsabilidad ciudadana en toda España, con aglomeraciones en las terrazas e incluso en el interior de los establecimientos. Se olvida demasiado fácilmente que la pandemia, solo en Balears, ya se ha cobrado 733 víctimas mortales en apenas un año.
Con unas tasas de vacunación extremadamente bajas, los expertos previenen del riesgo que entraña no cumplir con las normas de prevención contra el virus. Las advertencias parecen caer en saco roto a la vista de las reiteradas infracciones. Las sanciones impuestas son el resultado de una peligrosa e incívica despreocupación.
Un repunte en los contagios impactará sobre un sistema sanitario cuyo personal está exhausto y prolongará una crisis económica devastadora para el conjunto de Balears. Son todavía muchos los ciudadanos que no asumen la gravedad y dureza de la situación actual y que el control de la covid no se logrará hasta que un altísimo porcentaje de la población esté inmunizado. Lo que no se entiende es el retraso en la campaña de vacunación que retrasa la reactivación y la recuperación.