No solo la energía es una de las grandes cuestiones pendientes en una Isla que es Reserva de Biosfera desde hace 25 años. También la gestión de la basura urbana necesita mejorar los resultados. A la espera de que la nueva empresa que gestiona la planta de residuos de Milá lleve a cabo el plan de inversiones comprometido, los datos de la memoria del Consorcio relativos a 2017 son negativos. Y esta conclusión interpela a las administraciones y también a los ciudadanos.
Desde 2014 el volumen de basura que se separa en origen para después ser reciclada no crece y se sitúa en un 40 % de lo que generamos. Solo Sant Lluís supera el 50 % que Europa va a exigir a partir del 2020.
Además, de la basura que no se separa en origen solo se decantan en planta una de cada mil toneladas, es decir 48 toneladas de las casi 48.000 que entran mezcladas, una cantidad insignificante por el volumen que finalmente se entierra en el vertedero.
Por la urgencia de la nueva adjudicación se prorrogó un modelo de gestión de residuos difícilmente compatible con la Reserva, lo que obliga ahora a ponerse las pilas para avanzar en objetivos concretos.