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El pulso del gobierno de la Generalitat presidido por Carles Puigdemont contra el gobierno de Mariano Rajoy y las instituciones del Estado para conseguir la independencia de Catalunya a través de un referéndum que han anulado los tribunales alcanza hoy su punto álgido. No ha habido fórmulas para evitar el temido choque de trenes y hoy toda la atención está centrada en la jornada catalana.

Una parte de la población de Catalunya, que restableció la Generalitat en 1977 y cuenta hoy con instituciones de autogobierno como el Parlament, el Tribunal Superior de Justícia, el Síndic de Greuges así como medios de comunicación públicos controlados por el gobierno catalán se siente incómoda. Considera insuficiente lo conseguido y aspira a la independencia. El problema catalán, que constituye un sentimiento inspirado en el nacionalismo, ha vivido anteriores episodios y conflictos históricos. Cabe esperar que hoy no se desborde ni la épica ni la pasión en las calles porque debe imperar Estado de derecho, que salvaguarda los derechos y libertades de todos. El gran reto se plantea a partir de mañana para hallar otras alternativas que acaben con tanta desafección.