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El administrador diocesano de Menorca, Gerard Villalonga, máximo responsable de la diócesis durante el actual periodo de sede vacante, acaba de dirigir un llamamiento «a todos los católicos de Menorca para ayudar al Papa en su propósito firme y decidido a llevar a cabo todas las reformas» que sean necesarias para mejorar «la misión pastoral de la Iglesia».

Este llamamiento, motivado por la celebración, el próximo domingo, de la Jornada de la Iglesia Diocesana, cobra una especial relevancia a causa de los escándalos financieros que han vuelto a salpicar la Santa Sede en fechas muy recientes. Pero esta imprescindible reforma no es cosa solamente del Vaticano, porque -como nos ha dicho el Papa Francisco- «la Iglesia se renueva con la oración y con la santidad cotidiana de todo bautizado». Así pues, al mismo tiempo que se exige máxima escrupulosidad a todos los administradores de bienes eclesiásticos, comenzando por los de Menorca, no se puede perder de vista que cada católico está comprometido en la reforma de la Iglesia con su generosidad, su austeridad y su oración.

Porque la reforma de la Iglesia comienza por la de todos y cada uno de sus miembros.