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Corresponderá al próximo gobierno del Consell insular, con la participación de los ayuntamientos en el Consorcio de Residuos Urbanos de Menorca, adoptar una decisión definitiva sobre la planta de Milà. En diciembre de 2014 la Comisión Balear de Medio Ambiente decidió paralizar los vertidos de las basuras hasta que no se hayan solventado definitivamente las filtraciones de lixiviados.

Menorca apostó por el compostaje, pero veinte años después de su inauguración, las instalaciones de Milà, saturadas y desbordadas, constituyen un foco de contaminación y de grave impacto medioambiental para una región insular declarada Reserva de la Biosfera. Los terrenos de Milà, que gozan de todas las protecciones urbanísticas -área natural, LIC y ZEPA- no pueden seguir como un gran basurero al aire libre. La Fiscalía General del Estado, y la Unión Europea, ya han puesto el foco de la investigación sobre las evidentes deficiencias de esta planta de residuos.

Llega el momento de que el Consell y los ayuntamientos hagan un replanteamiento en profundidad de la gestión de los residuos en Menorca para aplicar otras soluciones mucho más eficaces y de menor impacto.