A mi amigo y catedrático Juan Hernández Andreu

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Al dictado de mi hijo Josep, expreso mi pesar por su partida, que parece haber sido repentina. Unos días antes mantuve una conversación telefónica con él, y en ningún momento mencionó problemas de salud. Me comentó que, debido a nuestra edad avanzada (81 y 89 años), sería mejor espaciar nuestras llamadas para disponer de más tiempo con la familia y para el descanso. Sin embargo, también me dijo que esperaba que mejorara el tiempo para viajar a Menorca, gestionar algunos asuntos pendientes y reencontrarse con los amigos. Quién iba a pensar que la muerte la tenía tan cerca…

He tardado en escribir estas líneas porque quise esperar a encontrarme mejor de mis dolencias y hacerlo con la lucidez que merece este gran hombre. Juan era siempre de palabra mesurada, de trato amable, y si daba su mano, ya no hacía falta firmar nada más.

Asistí a muchas de sus conferencias y charlas, de las cuales aprendí cosas que desconocía, muchas de ellas enfocadas al bienestar de los menorquines. Nuestro ritual de saludo era simple pero sincero: un fuerte apretón de manos.

Su gran bagaje intelectual, especialmente en economía actual e histórica, le permitió ocupar relevantes cargos en instituciones extranjeras, como bien destacó el editor de «Es Diari», el Sr. Josep Pons Fraga, en la necrológica dedicada al Sr. Juan Hernández Andreu.

Nuestra amistad se fortaleció cuando un grupo de exalumnos de su tío paterno, el profesor Hernández Mora, decidió rendirle homenaje. Él había impartido clases de repaso de bachillerato y otras asignaturas como aritmética, de las cuales yo mismo fui alumno, junto a otros compañeros. Fue trasladado al instituto de Maó, pero su desafección con aquel régimen le llevó a elegir Alaior, un pueblo cercano donde dejó huella como maestro y también como persona.

Hoy me despido de un amigo de los que ya no quedan: modesto, discreto y siempre dispuesto a ayudar al prójimo. Un hombre de palabra y principios, un caballero fiel a sus valores. Que tenga el descanso eterno que merece. A su esposa, hijos y demás familia les envío mi más sentido pésame.