A lo largo de casi dos horas de debate entre los candidatos a la alcaldía de Ciutadella, celebrado el pasado sábado 23 de abril en el Cercle Artístic de Ciutadella, solamente hubo unanimidad entre los candidatos, sobre la idea de: «Exigir responsabilidades por la desastrosa rehabilitación del Teatre Municipal de Ciutadella». Pero en ningún momento se precisó a quienes hay que exigir responsabilidades. Algo de responsabilidad tendrá un ayuntamiento que ha hecho dejadez de sus funciones de seguimiento o vigilancia, durante el largo proceso de las obras. Al parecer ningún técnico municipal visitó las obras durante las mismas. Sería tanto más grave si las visitó, por el hecho de no haber informado a la autoridad política de los desmanes que en el interior se producían.
Para dar una idea de la situación me referiré, solamente, a algunos aspectos referidos al transcurso de las obras. Si hubiera habido seguimiento, por parte municipal, se habría podido paralizar la intención de sustracción de las enormes cerchas de madera que cubrían toda la cubierta del teatro. Ello representa una cantidad elevada de metros cúbicos de excelente madera de gran calidad, que se hubieran traducido en decenas de miles de euros en el mercado menorquín, a través de una subasta pública. Supongo que algo debía decir el proyecto sobre el destino de estos valiosísimos elementos estructurales, que formaban parte del patrimonio municipal, pero de todo esto no ha quedado más que la imagen fotográfica de dos trailers cargados con una parte de nuestro patrimonio, a punto de desaparecer de la Plaça des Born, con rumbo desconocido.
Se supone que también algo debía decir el proyecto, sobre las hermosas columnas de fundición del siglo XIX que sustentaban los palcos, y que fueron remplazadas provisionalmente por simples tubos de hierro. Finalizada la obra, los tubos de hierro se almacenaron en la sala multifuncional, pero las ricas columnas de fundición desaparecieron, según mis informaciones. Lo mismo puede decirse de cantidad de elementos decorativos de los palcos, o del bambalinó que fue desmontado después de soportar la demolición de todo el edificio. ¿Hacía alguna mención el proyecto de sobre el destino de este elemento histórico? ¿Existe la intención de restaurarlo y colocarlo nuevamente? De momento está almacenado en el Museo.
No me referiré a las calidades de los materiales empleados en la rehabilitación del teatro, porque a ello se refirieron recientemente los presidentes del Cercle Artístic y de la Sociedad Martí i Bella, pero sí a otros problemas de envergadura que hipotecan el funcionamiento y la posibilidad de traer espectáculos de cierta entidad, como en el pasado. Me refiero a la drástica reducción de plazas, que pasan de 520 a 350; o a la poco probable apertura del foso para la orquesta, por problemas mecánicos que implicarían, en cualquier caso, la eliminación de dos de las primeras filas de butacas. En cuanto a las tramoyas parece que su funcionamiento presenta dificultades enormes.
Volviendo a la unánime intención de petición de responsabilidades, no deja de ser un gesto que honra a los participantes en la mesa redonda del pasado viernes, pero ¿a quién se pide responsabilidades?, ¿en base a qué se piden? Lo que está en juego es la posible puesta en marcha del equipamiento más representativo de la Cultura de nuestra ciudad, que no puede resolverse con una simple operación de maquillaje. Solo hay un camino en mi opinión. El Ayuntamiento debería encargar una auditoría externa que procediera al análisis exhaustivo del proyecto inicial, de todas las certificaciones de obra, de los posibles reformados y de sus autorizaciones por parte del Ministerio, pero también de las graves infracciones a la ley de barreras arquitectónicas en la planta segunda donde, además, la mayoría de los asientos son ciegos. Para ser más precisos, ciegos y con trampas a la integridad física de las personas. La lista de irregularidades será larguísima, pero indispensable.
La auditoría debería también analizar las razones que impulsaron al redactor del proyecto a imponer la clausura de dos de las puertas de evacuación en fachada, que si bien eran ventanas cuando se construyó el teatro, fueron transformadas en puertas para facilitar la evacuación de un teatro que había visto aumentada su capacidad en la reforma Martorell. Cabe señalar que las tres puertas de la plaza figuran en las fichas del Plan Especial de Protección, formando parte de una fachada catalogada y protegida con el nivel máximo: protección integral.
¿Cómo pudo admitirse desde la autoridad municipal que una buena parte de la evacuación del edificio se hiciera a una estrecha calle con circulación motorizada? De estos aspectos se le advirtió en su día al arquitecto del proyecto, sin resultado.
No debe olvidarse que la recepción del edificio se llevó a cabo en septiembre de 2014, lo que implica que el periodo de garantía finaliza en septiembre de 2015, es decir, dentro de 4 meses. Así pues, en septiembre 2015 el Ministerio deberá hacer efectivo el pago de más de cuatrocientos mil euros de garantía, al arquitecto y a la empresa constructora, a menos que la auditoría llegue a las conclusiones que los ciudadanos de a pie presentimos.
Para acabar, desde mi posición de contribuyente solicito al alcalde que, antes de finalizar su mandato al frente del Consistorio de Ciutadella, ponga en marcha los mecanismos oportunos para realizar una auditoría, con tiempo y con todas las garantías de profesionalidad,
Se puede salvar el Teatre Municipal...? Algo sí, pero será costoso
11/05/15 0:00
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